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ESCALADA DE LA VIOLENCIA ETARRA

Escenas de dolor e insultos contra las autoridades en el funeral por las víctimas

Patéticas escenas de dolor de familiares y compañeros de las víctimas, así como crispados insultos contra el ministro del Interior, José Luis Corcuera, centraron los funerales de los seis agentes del Cuerpo Nacional de Policía fallecidos en atentado el sábado, que fueron oficiados ayer en la iglesia de Sant Félix de Sabadell. Centenares de personas confluyeron desde primeras horas de la mañana en la plaza de Sant Roc, donde se hallan dicha iglesia y el Ayuntamiento de Sabadell. En la sede municipal se había instalado la capilla ardiente.

En medio de un gran despliegue de efectivos de seguridad Corcuera llegó a la capilla ardiente minutos antes de las 12 del mediodía, acompañado por el delegado del Gobierno en Cataluña, Francesc Martí Jusmet; el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado, y el gobernador civil de Barcelona, Ferran Cardenal. A las 12.05 llegó el arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, y un minuto después el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el consejero de Gobernación, Josep Gomis.Los familiares y amigos de las víctimas salían de la capilla ardiente llorosos y con los rostros desencajados. "No hay derecho que nos los quiten así", gemía una mujer. "Que no maten más hombres", imploraba otra.

A las 12.40, los seis féretros, cubiertos con la bandera española, salieron del Ayuntamiento a hombros de policías, mossos d'esquadra y guardias civiles. Fue en ese momento cuando parte del público que abarrotaba la plaza de Sant Roc lanzó los primeros insultos y silbidos contra Corcuera. El tenso ambiente se crispó por momentos y arreció la bronca contra el ministro.

A la una de la tarde, el templo y la plaza estaban abarrotados de gente, de modo que las fuerzas de seguridad hubieron de acordonar la entrada a la iglesia. La homilía fue pronunciada por el arzobispo de Barcelona, quien llamó al pueblo catalán a mantener "la esperanza y la fortaleza". Al término de la ceremonia, que se prolongó media hora, los seis féretros, a hombros de agentes, fueron plantados en la plaza. Las cargas de emotividad y tensión se multiplicaron en ese instante, y arreciaron de nuevo los gritos contra las autoridades.

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