Mozart y el zoo musical

Las hermanas Pekinel actuaron el pasado jueves en el Auditorio Nacional. Lo hicieron con las cuerdas del Festival de Lucerna, bajo la dirección de Thuering Braem (Basilea, 1944). El programa, característico de los días navideños en que ya estamos, agrupó dos obras zoológicas, El carnaval de los animales y Pedro y el lobo junto al Concierto en mi bemol mayor para dos pianos, de Mozart. No salió muy bien parado Mozart, pues la versión que de su doble concierto ofrecieron las gemelas turcas, un día sorprendentes niñas prodigios de Estambul, fue absolutamente aséptica ,y mecanicista. Contribuyó a ello la excesiva identidad de ambas intérpretes; su trabajo no es espejo uno de la otra, como de la versión de los Engel dice Della Crocce, sino el relativo crecimiento, en sonido e inexpresividad, de un solo plano. Tampoco estuvieron a su altura los avezados instrumentistas del grupo de Lucerna.

El panorama cambió en El carnaval de los animales y el ingenioso zoo de Saint Saëns, con su danza del elefante, sus rebuznos asnales, sus cuquerías y sus pianistas, antecedieron al majestuoso deslizarse del cisne, en la voz cálida del violonchelo solista. Tanto las Pekinel como la orquesta suiza acertaron en todo y por todo, con lo que los aplausos se multiplicaron.

Para la narración de Pedro y el lobo, el célebre cuento musical de Prokofiev, se contó con la colaboración como narradora de Rosa León. Estuvo espléndida, quizá fue lo mejor de la tarde, pues supo contar las peripecias de Pedrito y sus amigos del bosque sin énfasis ni gazmoñería.