"Definitivamente terminó la alegría"
La nieve caía sobre Praga, y esa sensación de aislamiento que evoca una ciudad blanca armonizaba con la impresión que hoy produce el presidente de Checoslovaquia. El despacho donde Havel nos recibe se ilumina con la luz de dos arañas de cristal de Bohemia. Hay cuadros y alfombras en el espacioso recinto. Cuando se abre la puerta y él se acerca parece sumamente pequeño. No sólo porque sea de baja estatura; camina encorvado, sonríe encorvado y habla en un tono de voz tan bajo que aun parece mas pequeño.Pregunta. Milan Kundera dijo que su vida es una obra de arte. Si esa obra de arte fuera una función teatral, ¿cómo describiría el segundo acto que comienza en su país?
Respuesta. Es verdad que soy un hombre que quiere tener una vida tranquila, alejada de la gente. A pesar de ello, mi vida está llena de cambios inesperados y dramáticos. Lo curioso, y lo que hace que mi vida resulte interesante, por ejemplo, para Milan Kundera, es que yo, que no tengo un carácter aventurero, me encuentre en esta situación, como si fuera un juguete del destino, como si estuviera a merced de la historia y de los acontecimientos.
P. ¿Se considera usted uno de esos hombres cuyo carácter y cuyo destino son completamente contradictorios?
R. En efecto, eso es exactamente.
Crisis y catarsis
P. Su Gobierno se dispone a poner en marcha el cambio económico de una manera acelerada. Los precios subirán y el paro aumentará.
R. Definitivamente terminó la alegría. Hemos acabado con el régimen totalitario y llega para mí uno de los momentos más difíciles de mi vida. Nuestro país entero va en busca de una identidad, de un sistema político, de un sistema económico. Y nuestra sociedad no está preparada mentalmente para afrontar las dificultades. El segundo acto se llama crisis. Luego esa crisis será perpetua y después vendrá la catástrofe. Por fin tendrá lugar la catarsis y más adelante todo empezará a ir bien. No todo lo bien que quisiéramos, pero la vida estará estabilizada.
P. Está considerado como un héroe, la conciencia de su pueblo. Cuando la crisis deje sin empleo a cientos de miles de parados, ¿qué deterioro sufrirá su imagen?
R. Sé que mi popularidad va a caer, que todo el mundo va a señalarme como el gran culpable de todos los desastres. Pero eso no me molesta, porque mantener mi popularidad no es la finalidad de mi trabajo. Lo que importa es que todo eso tenga sentido, que sirva para algo, que el país sobreviva a los cambios. Que ese duro camino nos lleve a la prosperidad.
P. Cuando aceptó entrar en la vida política conocía las dificultades que le esperaban. ¿Está siendo más difícil de lo que pudo imaginar?
R. Nadie puede conocer previamente todas las dificultades, porque siempre hay factores inesperados que producen nuevos problemas. Por ejemplo, ahora nuestra situación política se complica muchísimo por la caída económica de la Unión Soviética. Tampoco podíamos contar con la crisis del golfo Pérsico, cuyo alcance desconocemos. Ni sabemos cómo van a comportarse las industrias. Organizamos un ministerio para la planificación estratégica, que analizó las alternativas de progreso para el futuro. Pero ni siquiera un ministerio que tiene ese objetivo planificador puede prever el futuro.
P. Ha dicho de sí mismo que es un hombre dubitativo, casi un neurótico. Cuando debe tomar una decisión política, ¿duda más y actúa de un modo más neurótico que cuando, por ejemplo, buscaba un final para una de sus obras de teatro?
R. Es verdad, soy ambas cosas. Cuando estoy seguro de acertar, no dudo. Pero cuando las situaciones son complejas tardo mucho en hacer el análisis y en decidir.
P. Ha dicho que la peor herencia del comunismo ha sido el hundimiento moral de los checoslovacos y de la necesidad de un rearme moral. Ese rearme moral debe hacerse en el camino al capitalismo, mientras que en Occidente se habla de la falta de valores de esta sociedad occidental. ¿No es una paradoja?
R. Siempre lucho contra las categorías, como socialismo y capitalismo. Son las categorías utilizadas por Marx. y Engels, y yo prefiero hablar de cosas concretas. Y una de ellas es que nosotros vamos a construir un mercado libre, y ese mercado sólo funcionará si conseguimos estar moralmente preparados. Esa moral de la que hablo también hay que usarla para afrontar el peligro que nosotros observamos en muchos países desarrollados occidentales. Porque, en la civilización moderna, el peligro está en la unificación de pensamiento que trae consigo la sociedad de consumo.
P. Usted, que no es un político profesional, en los últimos meses ha conocido a los líderes políticos más importantes del mundo, a los verdaderos profesionales. ¿Han resultado muy distintos a lo que el escritor Vaclav Havel imaginaba de ellos?
R. No son muy diferentes del resto de los mortales. Son simpáticos y cualificados. Incluso algunos son cultos. Me siento a gusto con ellos, aun con aquellos cuyas ideas no comparto.
P. El movimiento Carta 77 no era, dice usted, un grupo político. También asegura que no tiene ideología. Pero usted hace política. ¿Piensa que esa política se puede encuadrar en alguna ideología?
R. Carta 77 era un movimiento libertad de las personas, un moviento que estaba en oposición al totalitarismo, pero que no era la oposición, tal como se en tiende esa palabra. Y ahora esas personas tienen fuerza, ocupan los más altos cargos del poder, son funcionarios; pero están ahí por que siguen comprometidos con la libertad de las personas. La situación ha hecho que ellos, mirando hacia atrás, puedan ser calificados de oposición política. Pero han sido las circunstancias las que han permitido todo esto, ha sido la historia. Ellos, como yo, no son profesionales de la política, no desea ron nunca un cargo político. Ellos y yo estamos aquí únicamente para tratar de hacer las tareas que son necesarias, aunque estemos actuando en contra de nuestros propios deseos, de la idea que tenemos sobre nuestra propia vida.
Sin etiquetas
P. ¿Su política está cerca de la socialdemocracia?
R. No quisiera ser encuadrado en ningún grupo. Soy independiente. Está contra lo más íntimo de mi voluntad dejarme meter en una caja, encasillarme.
P. Las elecciones se ganan con un partido y una campaña. El Foro Cívico, el grupo del que usted forma parte, es un conglomerado de tendencias, y ahora se habla de su posible desintegración. Si eso sucede, ¿sobrevivirá usted al Foro Cívico?
R. El Foro Cívico es el movimiento con más fuerza en Checoslovaquia. Creció rápidamente durante la revolución, y en él conviven diversas opiniones, precisamente porque es un fiel espejo de la sociedad checoslovaca, donde hay también opiniones diversas.
P. A los que llegan al poder suele gustarles mucho, cada vez un poco más. ¿Usted sigue aborreciéndolo, ni siquiera lo soporta un poco más que al principio?
R. No me gusta, no. Es una función donde hay mucho protocolo, mucha ceremonia...
P. Y muchas entrevistas.
R. No, las entrevistas no me molestan. Estaba acostumbrado a ver muchos periodistas cuando era disidente, y además hablar no me importa. Pero ahora la situación es diferente, porque si no digo la palabra adecuada, el significado exacto, surgen problemas, especulaciones y complicaciones. Sucede además que yo, que soy un hombre huraño, me encuentro siempre siendo el centro de la reunión, obligado a llevar las conversaciones. Me gusta mucho escuchar a los demás, pero me veo forzado a hablar y hablar todo el tiempo.
P. Algunos miembros del Foro Cívico se han quejado de que Alexander Dubcek intenta resucitar la Primavera de Praga, que en sus viajes al extranjero habla de la vigencia de aquel socialismo de rostro humano. ¿Cree usted que esas ideas siguen teniendo vigencia?
R. Dubcek es en el mundo el protagonista de la Primavera de Praga. Desempeñó un papel importante, al que sigue vinculado. Tampocó es raro que hable de ello en Occidente, donde se valoró mucho aquel intento reformista del mundo comunista. Y es normal también que a mucha gente del Foro Cívico no le guste recordar ese tiempo que marca la fecha de la tragedia.
P. ¿No hubo nada bueno en el comunismo?
R. Depende de lo que entendamos por esa palabra; tiene muchos significados. Se llamaron comunistas los países que reconocieron la ideología marxista y pertenecieron a la Unión Soviética. La terminología marxista-leninista significa también otra cosa; el comunismo, en ese significado, es un fin ideal al que poco a poco, después de la revolución socialista, se quería llegar. Es un mundo de sueño que nunca fue realidad. Pero nosotros entendemos por esa palabra un sistema totalitario de tipo soviético por el cual han sufrido muchos años los países de Europa Central y del Este.
P. En uno de sus libros, El poder de los sin poder, he leído unas frases que quiero comentarle. Dice usted: "A mi entender sería miope tender a una democracia tradicional. Ningún partido ni ley electoral pueden salvarnos; sólo Dios puede hacerlo". ¿Tiene poca fe en la democracia?
R. Parece que la democracia, tal como se entiende, es el mejor sistema político. No sé si alguien encontrará un sistema mejor. Sobre esto me gustaría decir la famosa frase de Churchill de que la democracia es el mejor de todos los malos sistemas.
La memoria de Dios
P. Es usted un hombre con un alto sentido de la responsabilidad, del deber, del sacrificio, que habla de Dios. ¿Tiene un sentido religioso de la política?
R. No soy directamente una persona religiosa, un practicante intensivo. Pero creo que hay algo sobre nosotros, que el mundo no es casualidad, que a nuestro alrededor hay un orden y una memoria, que cualquier cosa que hacernos va más allá del horizonte que somos capaces de divisar y que se registra en esa memoria de la que hablo. Ésa es mi idea, y siempre trato de vivir de acuerdo conmigo mismo.
P. Declaró recientemente que la OTAN ha demostrado ser una garantía de democracia, justo cuando se descubría la existencia de la red Gladio.
R. ¿Red Gladio? ¿Qué es eso? [El traductor, el Jefe de prensa, el presidente Havel, se preguntan uno a otro. Nadie sabe de qué se trata. Havel insiste en que se lo explique.] Dije que fue una garantía de seguridad para los países democráticos. Pero hoy la situación en Europa es otra, porque su tradicional enemigo ha perdido, y esa organización debe transformarse en un instrumento de seguridad europea que incluya a los países del centro de Europa y del Este.
P. En la cárcel tuyo que sustituir el café por té. ¿Ha regresado al café?
R. He regresado. Creo que usted también ha tomado mucho mientras esperaba que yo la recibiera.
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