Llegan hoy a Ammán los primeros rehenes liberados
Los primeros ex rehenes del último contingente de extranjeros retenidos que queda en Irak llegarán hoy a Ammán. Se trata, entre otros, de unos 40 japoneses que ya habían obtenido su visado de salida antes de que el presidente iraquí, Sadam Husein, autorizara, el pasado jueves, su vuelta a casa. El Consejo Nacional (Parlamento) ratificó ayer sin mayor dificultad la decisión de su jefe del Estado. Ahora sólo falta trasladar a Bagdad a todos los occidentales que permanecen escondidos en Kuwait y facilitar a los que lo deseen permisos de salida para que todos estén en sus países en Navidad.
"La salida de los huéspedes puede constituir un incentivo para que Bush y, sus aliados ataquen Irak y lleven a cabo su objetivo estratégico", manifestó un diputado que proponía aplazar la autorización hasta el próximo 15 de enero, la fecha límite fijada por el Consejo de Seguridad de la ONU para (que Bagdad se retire de Kuwait.Su temor encontró tan pico apoyo como el de otra colega suya que proponía excluir de la medida a británicos y norteamericanos, "por el comportamiento hostil de sus Gobiernos". Sólo 15 de los 240 diputados se negaron a respaldar la liberación.
Pasada la euforia inicial por la salida de todos los rehenes, la comunidad internacional intentaba ayer descifrar el significado último de ese gesto de Sadam Husein. Mientras en Ammán se interpreta la decisión del líder iraquí como una prueba de su deseo de diálogo, otras capitales árabes, sin esconder su alegría, se muestran más prudentes. Bagdad ha olvidado cualquier referencia a Kuwait, la verdadera causa de la crisis.
"Este paso revela con claridad que Irak busca un diálogo sincero y constructivo, dirigido a alcanzar una paz total en la región de Oriente Próximo", declaró el ministro jordano de Asuntos Exteriores, Maruan al Kasem.
Recomendación de Arafat
Una lectura similar se ha hecho en las filas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cuyo líder, Yasir Arafat, convenció, según un diario británico, al presidente Sadam. The Guardian aseguraba en su edición de ayer que Arafat sugirió esa medida al hombre fuerte de Bagdad, como medio de obtener el reconocimiento por parte de Arabia Saudí de algunas de sus reivindicaciones territoriales. Aunque tal extremo no ha podido ser confirmado, fuentes diplomáticas destacan la importancia de la reunión cuatripartita celebrada hace escasas fechas en Bagdad.
En Egipto, país que lidera el bloque árabe antiraquí, todos estos acontecimientos se ven con un cierto escepticismo y desconfianza. El diario oficioso cairota Al Ajbar interpretaba en su editorial de ayer que la rápida respuesta de Jordania, Yemen y la OLP a la cita de Sadam, tuvo como objetivo "endurecer su obstinada posición en la crisis, con la esperanza de obtener algún beneficio de ella".
Por su parte, el ministro egipcio de Asuntos Exteriores Esmat Abdelmeguid, salió al paso de las especulaciones sobre el respaldo norteamericano a una conferencia internacional de paz. "Egipto mantiene su firme convicción en la necesidad de dicha conferencia", aseguró Abdelmeguid, quien insistió en que no debe vincularse a la crisis del golfo Pérsico.Tras una entrevista con el embajador norteamericano en El Cairo, Frank Wisner, el jefe de la diplomacia egipcia, declaró anteayer que esa postura también era compartida por Estados Unidos, siempre que estuviera "bien preparada" y se celebrara "en el momento ade cuado". De todas formas, matizó Abdelmeguid, aún no hay confirmación oficial de que vaya a llevarse a cabo.
En el otro extremo de la cuerda, Israel, con su primer ministro, Isaac Shamir, a la cabeza, se opone radicalmente a la celebración de una conferencia internacional. Para un amplio espectro de la sociedad israelí, tal posibilidad constituye una interferencia en los asuntos internos de su país.
Según el Gobierno de Tel Aviv, el conflicto árabe-Israelí debería solucionarse en conversaciones bilaterales con sus vecinos, al estilo de los acuerdos de Camp David que le trajeron la paz con Egipto.Esta posición recibía hasta ahora el respaldo ciego de Estados Unidos quien, a la vista de la nuevas alianzas surgidas en Oriente Próximo a raíz de la crisis, puede verse inclinado a flexibilizar su postura.
Otro país que se encuentra altamente preocupado por la actual evolución de los acontecimientos es Irán.
Vecino y enemigo tradicional de Irak, el régimen islámico de Teherán mantuvo con él una guerra de ocho años.
Entretanto, Margaret Tutwiler, portavoz del Departamento de Estado, manifestó ayer que EE UU no concederá visado a Tarek Aziz, hasta que Irak concierte la fecha en que pueda viajar a Bagdad el secretario de Estado norteamericano, James Baker.
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