Confusa
A menudo sufro unos despistes descomunales, lo que me suele venir por vía materna. Un antepasado mío que viajaba en el Titanic creyó, cuando el choque, que era una eyaculación precoz, y en vez de temer una tragedia tuvo un disgusto. Hay gente así. Por otra parte, ando muy mal de vocabulario, porque no todos los días se maneja una consultando el diccionario. En la última ocasión que lo hice estuve dos tardes buscando la palabra menopausia, y al final me mandaron a climaterio, y no saben la de tiempo que perdí tratando de encontrar un buen monasterio con buen clima para pasar el resto de mis días. Lo encontré en el monte Atos, pero no admiten mujeres: ¿habráse visto?Total, que en cuanto a empezar a sonar lo del catastro, en lugar de leerme a fondo los artículos de los periódicos, escuchar las tertulias radiofónicas y preguntarle a mi gestor, que es lo primero que hay que hacer en caso de confusión o pánico, me precipité sobre cuanta mujer recién parida pude hallar, bien en la vía pública bien a la salida de las maternidades. Las miraba y me decía, cáustica: "Otra víctima del Gran Visir" (que en los cuentos de las Mil y una noches era el malo que siempre subía los impuestos), y entonces, con generosidad que me honra, les proponía mi casa a modo de piso franco hasta que pasara la mala racha y pudiera salir por ahí, sin temor a que les pusieran al día el valor de la primera lechecica que les sale después de dar a luz y que dicen que da mucho alimento, pero no veía yo motivo ni razón para que se la pusieran en un pico.
La cosa llegó a su extremo cuando un amigo íntimo se me quejó de que se la habían revisado a él, y se me abrieron las carnes, porque nunca me fijé en que le gotearan las tetas. Entonces me contó, y me enteré de cómo iba en realidad el asunto.
Contenta estoy de que el Gobierno haya dejado de mirarles a las casas el calostro.
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