En el interior de MahIer
Orquesta Filarmónica de IsraelEn el "juego de las parejas" que supone la mayor parte de los conciertos, unir a Mozart y Mahler es un acierto: sus obras suponen una visión de la sociedad en la que viven. La Sinfonía 38 de Mozart, Praga, es algo más que un canto a la armonía universal. Mozart vive en plena efervescencia masónica, en Praga le reciben sus hermanos de la Logia, pero su lucidez que lleva a la inquietud se percibe en las tonalidades de la sinfonía. La lucha de Mahler con las formas musicales y con el mundo burgués donde se enclavan tiene en su quinta sinfonía un ejemplo destacado: contrastes, contradicciones, recuerdos, añoranza del canto.Adorno escribió que la música mahleriana suena como si estuviera literalmente hablando". Por ello es comunicativa. La ausencia del lied, de voces, incitan a una necesidad de cantar. La orquesta canta en el primer movimiento, en el scherzo y, cómo no, en el adagietto.
Director: Zubin Mehta
Mozart (Sinfonía 38), Mahler (Sinfonía 5). Ibermúsica-Tabacalera. Auditorio Nacional. Madrid, 28 de noviembre.
Algo parecido ocurre con Mozait, sustituyendo el lied por la ópera. Las voces humanas son en Mozart y Mahler portavoces de un lamento, del oficio de vivir que diría Pavese.
Endurecida
Zubin Mehta tiene una especial predilección por la Quinta de Mahler en sus visitas a Madrid. En 1979 se la dirigió a esta misma orquesta en el Real. Desde entonces su visión ha cambiado, se ha endurecido. Las tensiones están agudizadas; el clima es más áspero.Contempla Mehta la añoranza del canto y a él se dirige de una forma preponderante conforme el discurso musical avanza. Mima a los primeros violines en el último movimiento. Deja volar la melodía en el adagietto. Penetra en el espíritu del lied, en el autor. Su lectura es irregular como la sinfonía. Añade una tensión, pero también descubre matices.
H desarrollo de la idea perjudica en algunos momentos la belleza sonora, o cierto concepto de la belleza que se estaba quedando antiguo. También para Mahler era secundario, imbuido-como estaba en transformar el orden.
Mehta y la Filarmónica de Israel contribuyeron a clarificar las contradicciones. El aspecto cantable reforzaba la esperanza. Por encima del contraste era una faro al que agarrarse, una luz. Espléndida la cuerda y el viento-metal; magnífica e interiorizada la rectoría: una versión ejemplar.
No se habían alcanzado con Mozart los mismos niveles de sugerencia. Mehta y la Filarmónica de Israel ofrecieron una versión bien estructurada con tendencia a la languidez, compacta pero monótona, segura pero anodina.
Lució la cuerda, siempre redonda, pero ni el planteamiento de las dinámicas, el tempo y las sonoridades (con un conjunto de 44 instrumentistas) invitaban a pensar en el recogimiento de que hablaban los citados Jean y Brigitte Massin, y mucho menos en el ardor.
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