El voto del golfo Pérsico

La eventual guerra en el Golfo se ha convertido en un elemento del debate electoral, con las tres candidaturas proclamando su capacidad de dirigir a la nación en tiempos de crisis bélica.

En el Reino Unido hay pocas discrepancias con respecto a la necesidad de aplicar un severo correctivo a Sadam Husein. Es uno de los legados del belicismo de Margaret Thatcher en las Malvinas, campaña que en 1982 fue criticada acerbamente por un Partido Laborista que hoy apoya el despliegue militar británico. John Major sería un líder decidido en caso de guerra, dicen sus seguidores, que muestran la experiencia gubernamental del ministro de Hacienda que, dicen, es superior a la que tenía Thatcher cuando la primera ministra se embarcó hace casi nueve anos en su mision guerrera. Major reiteró el domingo en televisión que no hay difrencias entre los tres. Lo que ha hecho Sadam, añadió, "es imperdonable y, hay que arreglarlo".

En el campo de Heseltine aseguraban ayer que el ex ministro de Defensa tiene la cabeza y el corazón necesarios para dirigir al país en caso de apertura de hostilidades.

Douglas Hurd, quien con toda probababilidad seguirá siendo ministro de Asuntos Exteriores si accede a Downing Street cualquiera de los otros candidatos, sacó ayer al diplomático que lleva dentro y dijo que el presunto ultimátum que podría darse a los iraquíes para que abandonen Kuwait antes del 1 de enero próximo no significaría la apertura de hostilidades sino "la fecha a partir de la cual los Estados serán autorizados a llevar a cabo lo que las Naciones Unidas han pedido".