La ciudad soñada
José Luis Sampedro tiene una ciudad en la que vivir y otra en la que soñar. Prefiere la segunda, que hoy es un pequeño barrio de Madrid llamado Quartel de Palacio. Fue la ciudad de Madrid hasta la llegada de los Austrias. Allí se suicidó Larra; allí amó la princesa de Éboli a Antonio Pérez, el secretario del rey y habitó el duque de Ahumada. Pero allí, sobre todo, vivieron los ficticios personajes de Octubre, octubre, su más querida novela. Quartel de Palacio, nombre antiguo ya en desuso, es una pequeña zona de Madrid cuyos límites son la plaza de Oriente, la calle de Bailén, la calle Mayor, la de la Escalinata y la del Arena¡. Se recorre rápido a pie, a no ser que uno cuente con un guía muy especial que se llama José Luis Sampedro, 1,80 de estatura, 73 años, economista, ex senador de designación real, novelista y académico.La necesidad de hacer ficción origina en Sampedro otra necesidad perentoria y singular: la de buscar un marco real a sus personajes. Tan real que Luis y Águeda, protagonistas de Octubre, octubre, vivieron en una casa de verdad, en el número 17 de la calle de Noblejas. "Cada lugar, cada fecha está perfectamente documentada", dice el escritor. "De manera que si yo digo en la novela que el 1 de marzo de 1962 llovió es que llovió. Porque me he repasado los periódicos día por día en los años 61 y 62".
Para escribir Octubre, octubre, Sampedro ha leído a Mesonero Romanos y a muchos otros que conocen la historia de cada calle, de cada acera, de cada iglesia del Quartel de Palacio. Hombre metódico, hizo mapas y fichas, memorizó historias y leyendas y se paseó las calles de arriba a abajo. Casi todo le sobró, finamente, para escribir su novela. "Tengo que situar la acción de mis historias para poder creérmelas, porque si no me creo yo mismo mis cuentos, cómo se los va a creer el lector".
Subimos por la calle de Lepanto, pues, y José Luis Sampedro habla de la parroquia de San Juan, donde estuvo enterrado Velázquez, y llegamos a la casa de Luis y de Águeda. Historias reales y ficticias conviven en la Cruzada, en la Unión y la Anmistía. "Aquí tenían su palacio los príncipes de Éboli. Hay una leyenda que dice que cuando Felipe II mandó detener a Antonio Pérez, el secretario -se dice que eran rivales en el amor de la princesa-, él vio desde el palacio pasar el coche en el que se lo llevaban detenido".
En la calle de Calderón de la Barca -"llamada así porque aquí vivó"-, recuerda de pronto la existencia de un convento de monjas qae se hacían llamar de Constantinopla. "Por cierto, ¿sabía usted que Nladrid, en cierto tiempo, fue señorío de un rey de Armenia? Fue en el siglo XIV. Un rey expulsado de Arnienla por los otomanos, León V se, llarriaba, obtuvo el señorío de Madrid. Se lo concedió el rey de España. Creo que fue un Enrique". Cuenta las cosas Sampedro sin darles importancia, sin consultar manual alguno, acudiendo sólo a su prodigiosa, memoria, a su vasta cultura, que sigue alimentando con sus nuevos proyectos narrativos espoleado por su original sistema de trabajo.
Ahora está estudiando el Aranjuez de 1806 para inventar otros personajes y asegura con sorna que ahora se le puede preguntar lo que ur.o quiera sobre esa ciudad. Es un sii;tema trabajoso el suyo que le ha obligado, por segunda vez, a posponer su ceremonia de entrada en la Real Academia, un acontecimiento que no parece quitarle el sueño.José Luis Sampedro nació en Barcelona en 1917, pero enseguida se fue a vivir a Tánger. Entre los 13 y los 16 años vivió en Aranjuez, ciudad que le es muy querida, y desde entonces, con alguna pequeña interrupción causada por la guerra civil, ha vivido siempre en Madrid, aunque para ser exactos habría que decir que ha vivido casi siempre en Argüelles, porque a Madrid, según el escritor, no se la puede considerar una sola ciudad. Si ya en el año 35 a él y a sus compañeros estudiantes les parecía que vivir en Serrano esquina a Lista era ya vivir muy lejos, ahora, para Sampedro, el barrio del Pilar es el extranjero. "Yo cuando voy a Carlos Maurrás, por ejemplo, echo merienda y hago la maleta. La ciudad de Madrid no existe. Yo no vivo en la prolongación de la Castellana, ni en Ventas, ni en Vallecas. Mi Madrid es Argüelles y el centro, principalmente. Si coges un plano de Madrid y marcas tus itinerarios habituales verás todo lo que queda fuera".
A José Luis Sampedro ya el Madrid del siglo XVIII le parece un poco grande. No tiene coche; exhibe su abono transportes como si fuera un pase especial para viajar al fin del mundo. Abandonaría esta inhumana y loca capital si su única hija y su único nieto se fueran a vivir a otro lugar. Pero, mientras tanto, lleva una tranquila vida de estudioso jubilado en su ciudad de Argüelles. Una vez quiso trasladarse al Quartel de Palacio, esa mágica ciudad en la que sueña, pero no pudo. Las casas allí son demasiado caras.
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