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Los nuevos líderes de la protesta estudiantil francesa se sienten 'aparcados'

Con su pelo rizado, sus vivos y grandes ojos oscuros, su desbordante franqueza y el pañuelo palestino en torno al cuello, Naser Ramdán, de 18 años, es el típico beur -francés hijo de emigrantes magrebíes-. Delphine Batho, de 17 años, pelo rubio y ojos azules, es, en cambio, francesa de para cepa. Ambos, Naser y Delphine, son estudiantes de ensenanza media, y se han convertido en dos de los líderes más carismáticos del actual movimiento multirracial de los bachilleres franceses. Más dinero para las aulas y una mejora en la seguridad de los institutos son sus reivindicaciones.

Naser Ramdan nunca ha tenido buena opinión de los políticos franceses. "De derechas o de izquierdas", dice, "todos los políticos son más o menos la misma cosa: una casta privilegiada que vive por encima de la realidad". Es un sentimiento compartido por la mayoría de los miembros de su generación.Lo ocurrido en la tarde del pasado lunes supera, sin embargo lo peor que Naser podía imaginar de la clase política. "Es increible", afirma, "que cuando 40.000 estudiantes se manifestaban en París delante de la Asamblea Nacional y más de 100.000 en provincias, sólo 40 diputados asistieran al debate sobre los presupuestos de la Educación nacional". La imagen del hemiciclo vacío en plena crisis estudiantil ha simbolizado la gran distancia que separa a la generación que hoy tiene entre 15 y 18 años y a la que había entrado en la universidad en el conflictivo mayo de 1968.

El lunes, mientras unas decenas de manifestantes se enfrentaban con la policía y saqueaban algunos comercios en las cercanías de la Asamblea Nacional, Naser fue uno de los estudiantes que penetraron en el palacio Bourbon y dialogaron con un grupo de parlamentarios. El joven Naser apenas entendió lo que le decían aquellos personajes encorbatados acerca del "enorme esfuerzo" que, en estos tiempos de crisis, significa el aumento de un 9% del presupuesto de Educación para 1991.

Aquellos chicos de 1968

Naser no lo entendió por la misma razón por la que Lionel Jospin, ministro socialista de Educación; Alain Geismar, líder maoista del Mayo del 68 recién nombrado inspector general de la Educación Nacional, y casi todos los demás políticos de la izquierda en el poder no entienden lo que quieren los estudiantes. Una extraordinaria angustia se ha apoderado de esta generación de bachilleres franceses nacida en la democracia y el bienestar: la de, como dice Naser, "no estar suficientemente preparados para la durísima competición por un buen puesto de trabajo que les espera".Delphine Batho estudia en un liceo del centro de París y reconoce ser una "privilegiada" en relación a los estudiantes que como Ramdán viven en la periferia. Pero Delphine encuentra un punto común a la mayoría de los estudiantes de los institutos públicos: "Todos compartimos un sentimiento de vivir mal. Tenemos la impresión de haber sido "aparcados" en centros faltos de profesores, de vigilantes, de mesas, de sillas y de buenas actividades culturales", asegura la joven estudiante.

Guetos

A Delphine le parece "muy bien en teoría" la pretensión del partido socialista de que el 80% de los jóvenes esten escolarizados hasta los 18 años. En la práctica, dice, "eso significa que los liceos se convierten en guetos donde se da a la juventud una enseñanza mediocre y se le niega la libertad de decisión sobre su vida".Para esta jóven bachiller el error de los actuales dirigentes franceses es "tratar como niños a los estudiantes de enseñanza media". "No se han dado cuenta de que nosotros hemos madurado antes que ellos", y añade que lo que quieren es que "las cosas que deben funcionar, funcionen ya".

Ayer por la mañana varios miles de estudiantes continuaban manifestándose en París y en el resto de las provincias francesas contra las condiciones de la ensenanza y en demanda de más medios económicos y humanos.

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