El soldado que denunció la agresión de un teniente, sorprendido por el revuelo de su sentencia
Antonio Miguel Laborda Artigas, el soldado que el año pasado presentó una denuncia contra el teniente de su compañía que le propinó un puñetazo por negarse a obedecer sus órdenes, no sale de su asombro ante el revuelo creado tras la decisión de¡ juez militar de archivar la denuncia y justificar que se pegue a un subordinado para "contener la contumaz desobediencia". Su familia desea que todo quede en paz, pero la fiscalía militar, por orden de¡ Ministerio de Defensa, abrirá nuevas diligencias sobre el caso.
El joven, que aún no ha cumplido 21 años, vive con su abuela y una hermana, de 22 años., en Letux (Zaragoza), una localidad de unos 500 habitantes que dista 57 kilómetros de la capital. Antonio es parco en palabras y se halla en tratamiento psiquiátrico desde hace unos años después de que su estado empeorara tras la muerte de su madre, cuando él contaba 12 años. Antes, con sólo año y, medio, vio cómo su padre moría carbonizado por un rayo.Antonio recuerda levemente lo que ocurrió el 27 de enero de 1989: "Estaba rebajado de servicio, pues tenía una herida. interna en el riñón debido a un golpe. Fui al botiquín, me hicieron análisis de orina y antes de enviar los resultados al hospital me dieron de alta y me mandaron a hacer instrucción". Primero se negó a cumplir las órdenes del cabo, luego las del sargento y las del oficial de cuartel y, por último, desobedeció al teniente de la compañía Pedro Guerra Lobán, que fue quien le pegó en el pecho. Antonio cuenta que después el te mente se lo llevó a un apartado y allí le golpeó en la boca. 'Este extremo no figura en el auto judicial.
Tras el incidente, el joven confiesa que se quejó verbalmente ante su sargento y de ahí partió la denuncia. Prestó declaración el 12 de abril del año pasado ante el juez togado militar territorial número 14 de Madrid, y ya no se acuerda de más.
Mejor no seguir
Un tío suyo, presente en la. conversación, señala que en la primavera del año pasado le llegó un escrito del cuartel indicándoles si querían que el proceso siguiera adelante. "Contestamos que no". Justifica esta decisión debido al estado en que se encuentra su sobrino.El tío añade: "Sólo queremos que se quede todo en paz. No hace falta nada más. Eso sí, me gustaría conocer al teniente y dialogar con él, sólo para que me dijera cómo fue, no por nada ni por denuncia ninguna". Deja entrever que no se fía de la versión del joven.
Antonio fuma un pitillo tras otro y, enfundado en un mono color caqui militar, que no gusta nada a su abuela, sonríe como ausente, Dentro de unos días comenzará a trabajar como terapia ocupacional, según se desprende de la conversación que mantiene a través del teléfono su tío y el médico que le atiende. El joven recuerda que se escapó del cuartel días después del incidente. El motivo fue que le quitaron el permiso de Navidad. Estuvo cuatro días como perdido. "¿Adónde te fuiste?", le pregunta su tío. "A Barcelona en tren", responde. Allí lo encontró la Policía Militar y se lo llevó al cuartel de Toledo, donde pasó 10 días en el calabozo.
Un día, en su casa de Letux, se recibió un escrito para que fueran a buscarlo. Estaba ingresado en un psiquiátrico. Le quedaban abrí cinco meses para licenciarse. "Vino muy mal, encorvado y con temblores. No podía ni sostenerse. Parecía un viejo", dice su abuela, Ana Matías Sanz. "Nos contó que aquello era como una cárcel, no comía ni nada".
El juez togado militar territorial número 13 de Madrid, capitán auditor Eduardo Reigadas Lavandero, firmó un edicto el 13 de septiembre de este año por el que se archivaba la denuncia y en el que se consideraba el pegar a un subordinado como "medio racionalmente necesario y proporcionado para contener la contumaz de sobediencia". El edicto, calificado ayer de "aberrante", por un portavoz del PSOE, se publicó el 1 de octubre de este año en el Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza y contra dicha decisión judicial el interesado podía recurrir en el plazo de cinco días.
Recursos
La familia de Antonio ha conocido la decisión del juez a través de los representantes de los medios de comunicación que se han desplazado hasta su domicilio. La Oficina del Defensor del Soldado e incluso el minis terio fiscal estudian la posibill dad de recurrir el auto JudicialPor otra parte, Juan Barja de Quiroga, coronel de Artillería y abogado defensor especializado en lajurisdicción militar, matizó ayer unas declaraciones suyas aparecidas el pasado miércoles en las que calificaba de "solemne disparate" la resolución judicial ya que el artículo 105 del Código Penal Militar "es un precepto previsto para tiempos de guerra". Barja de Quiroga señaló ayer: "El artículo 105 del Código Penal Militar es claramente aplicable a casos de guerra o situaciones de extrema gravedad; de lo contrario, como es el caso presente, existe el régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas con sus sanciones por faltas leves o graves. No obstante, la resolución del auto me parece inadmisible".
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