"La herida de la escisión está cicatrizada"
JUAN CARLOS GIMÉNEZ Carlos Garaikoetxea es el más veterano de los candidatos a la presidencia vasca y el único que intenta conseguirla ininterrumpidamente desde 1980. Nacido en Pamplona hace 52 años, abogado, Garaikoetxea ocupó el sillón de Ajuria Enea desde 1980 hasta su forzada dimisión en 1985. Tras la escisión del Partido Nacionalista Vasco, cuya ejecutiva presidió entre 1977 y 1979, el ex lehendakari concurre por segunda vez en las listas de Eusko Alkartasuna (EA). En esta ocasión ha alzado la bandera del Gobierno de coalición nacionalista
Pregunta. EA pide ahora "una nueva mayoría para un Gobierno fuerte". ¿Por qué no lo intentó en 1987? ¿Por qué ahora es factible?Respuesta. En 1986 ya hubo conversaciones con los demás partidos nacionalistas, a pesar de que eran momentos evidentemente difíciles. Cuajó más la idea de un "Gobierno de progreso" con el PSE-PSOE y EE, pero nuestras condiciones mínimas no fueron admitidas. Nosotros defendíamos una concepción del autogobierno desde la esperanza de que también el PSOE fuera capaz de asumirla. La cuestión de fondo es si hoy el PSOE u otros partidos pueden aceptar un denominador común que creemos más fácilmente asumible por los nacionalistas.
P. ¿Las heridas que produjo la escisión han cicatrizado lo suficiente como para que compartan un Gobierno quienes entonces se enfrentaron?
R. Sinceramente, sí. Al menos por nuestra parte, mucho más difícil que superar sentimientos del pasado puede resultar pergeñar un programa común, porque ahí sí que vamos a seguir siendo, como siempre hemos tratado de ser, fieles a nuestros compromisos y a nuestro ideario.
P. A usted y a su partido les comparan con Suárez y el CDS. Surgen con fuerza al amparo de un carisma personal, pero no logran consolidarse como alternativa.
R. Algunos confunden sus deseos con la realidad. El de EA es un caso sin precedentes. Irrumpimos en la escena electoral cuando todavía no estábamos constituidos como partido y estuvimos a punto de presidir un Gobierno, ganamos en dos de los tres territorios históricos en las siguientes municipales y en Navarra somos el primer partido nacionalista democrático. Ha habido desde entonces resultados peores, que interpreto como dientes de sierra accidentales, pero nuestra opción nacionalista civilizada, de progreso, radical en el más noble sentido de la palabra, que significa firmeza pero no barbarie, es algo que la sociedad vasca necesitaba como el aire que respira.
P. Su partido valora positivamente los acuerdos de Ajuria Enea pero critica sus incumplimientos.
R. Somos los que, con más mérito estamos en ese acuerdo, porque lo hemos sostenido a pesar de nuestras reservas. No estamos demasiado de acuerdo con la decisión de no acudir a debates con Herri Batasuna (HB) porque creemos que los electores tienen derecho a que se contrasten las sinrazones de HB con nuestras posiciones. Estamos en total desacuerdo con que el pacto se reduzca a una declaración retórica más o menos petrificada, en vez de ser una actuación dinámica positiva para atacar el problema político de fondo de este país, el desarrollo del autogobierno desde el máximo consenso posible. Ha habido una especie de autocomplacencia en la proclamación de los efectos benéficos de una declaración de oposición a la violencia que, por otra parte, todos teníamos asumida hace tiempo, aunque permitimos que, con esta especie de liturgia, quedara mucho más clara.
P. ¿Cree que algún día volverá a ser lehendakari?
R. Es posible. Me parecía más inverosímil en noviembre de 1986, cuando me ofrecieron presidir un Gobierno con el PSOE y EE. Entonces renuncié, y era la segunda vez, porque consideré mucho más importante cumplir mis compromisos y ser fiel a nuestras ideas. Quizá ésa pueda ser una de las dificultades mayores en el futuro. En este país hacen falta coaliciones y, al hacerlas, algunos partidos sacrifican muchas veces los programas a la obsesión de ocupar la poltrona.
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