Hospital y fumadores

La noche del 6 de agosto tuve que llevar al mayor de mis hijos al servicio de urgencias del hospital universitario Virgen del Rocío, de Sevilla.Si la eficacia (sólo 45 minutos de espera) y el trato del personal de guardia pueden ser calificados de aceptables, la higiene del citado hospital merece el calificativo de intolerable. Efectivamente, a pesar de los numerosos carteles y pegatinás que recuerdan la prohibición de fumar en el interior del edificio, prohibición reforzada por el Real Decreto 192/88, es corriente ver a numerosas personas fumando e infectando con humos y colillas un recinto en el que, si hubiera que dar alguna prioridad, la higiene y la limpieza estarían en primer lugar, ya que sin ellas el acto médico carece de garantías de éxito.

Lo deprimente de esta falta de respeto hacia la salud de los enfermos es que los fumadores no se encuentran sólo entre los familiares y amigos de dichos enfermos, sino también entre el personal de servicio del propio hospital: limpiadoras, celadores, recepcionistas, ATS y, aunque parezca increíble, médicos.

Un hospital debe garantizar, como mínimo, que los enfermos internados en él están protegidos contra las infecciones que pueden ser evitadas con sólo aplicar elementales normas de higiene pública. El director que se viera imposibilitado de ofrecer esa mínima garantía a los enfermos de su hospital debería, por vergüenza profesional, dimitir- Antonio Moreno Alfaro.