3 de octubre de 1990

Hoy habrán nacido muchos niños en toda Alemania, y sus padres estarán orgullosos de poder decir: "Mi hijo nació el día de la unificación". Es todo un símbolo inevitable: hoy se ha fijado el nacimiento de un nuevo país. Sólo es el comienzo: el parto ha sido rápido, adelantado; sin embargo, ha ido bien; el niño es robusto, pero también débil, como todo recién nacido, hay que amamantarlo, cuidarlo y hacerlo crecer libre, en paz y feliz. Es la tarea más difícil. Un país, como un hombre, no se crea en un día: el nacimiento siempre es fiesta; el crecimiento y la vida son retos angustiosos. No está hecho lo más duro, aunque tampoco lo más fácil: ha sido el hijo dentro del seno de la madre el que más ha luchado por salir, el que ha curado sus entrañas heridas, gestándose en una nueva vida. El futuro y la esperanza se encarnan en él; la memoria del pasado y el dolor de sus mayores le harán tener la mente despierta. Que ellos le ayuden en los momentos más difíciles y él nos ayude a todos a creerlo y respetarlo creciendo juntos en paz. Voto por ti, Alemania, porque has sufrido y el sufrimiento siempre genera nueva fuerza para seguir viviendo simplemente y en paz. Enhorabuena a la madre parida, al hijo nacido y a la abuela expectante- .