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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recetas para una crisis

DOS MENSAJES han flotado en el ambiente durante la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) celebrada estos días en Washington. El primero es la llamada a la calma. Los expertos de la organización y los ministros de Finanzas de los países ricos han reiterado que el alza continuada de los precios del petróleo desde el pasado 2 de agosto no llevará a una recesión mundial. El crecimiento económico será más lento y la inflación mayor, pero el mundo puede encarar la crisis.Pero este tranquilizador mensaje, dirigido a los mercados financieros, es difícil de conciliar con los continuos incrementos del precio del crudo, que desautorizan los escenarios económicos en que se fundamentan. La sensibilidad que hoy exhiben los mercados financieros, en especial los bursátiles, no hace sino reflejar la mayor proximidad del peor de los desenlaces imaginables del conflicto, frente a los propios escenarios presentados por el FMI, asumiendo un precio de 25 dólares por barril. Es cierto, no obstante, que una utilización prudente de las reservas estratégicas como la anunciada por el presidente Bush puede tener efectos estabilizadores sobre ese mercado artificialmente distorsionado por las multinacionales.

El segundo mensaje ha consistido en pedir que todos los Gobiernos apliquen una política económica ortodoxa y coordinada: ajuste económico, rápida reducción de los déficit públicos y mantenimiento de altos tipos de interés. Junto a ello se advierte de la necesidad de evitar los errores cometidos en las crisis de 1973 y 1979: subvencionar los precios interiores de la energía e intentar recuperar parte del poder adquisitivo perdido por el alza del precio del crudo con aumentos salariales y de los márgenes de beneficio. La receta consiste ahora en trasvasar cuanto antes al consumidor cualquier incremento de precios. Y ese consumidor, además, no debe intentar trasladar el impacto de esos precios a su salario, pues equivaldría a poner en marcha la espiral precios-salarios. Así, el Fondo extiende su bendición a los Gobiernos que, como el español, se han apresurado a anunciar el ajuste económico tras la invasión de Kuwait. Pero el diagnóstico no queda ahí. Además de afinar sus políticas fiscales y monetarias, los Gobiernos deben preparar sus economías para hacer frente a cualquier eventual crisis energética sin que sus consecuencias sean dramáticas. El FMI recomienda otorgar prioridad a las reformas estructurales dirigidas a mejorar la eficiencia de cada sistema productivo, algo que deja bastante que desear en la situación española. La ausencia de reformas estructurales convive con la irresuelta mejora de las redes comerciales -que lleve a un funcionamiento más transparente y más flexible del sector servicios-, tanto dentro de cada país como en sus relaciones con el exterior. Todo ello conforma el recetario para superar la crisis.

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