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"Vengo como el hijo de tu hermano", dijo el príncipe FeIipe a Hassan II

El príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, que ayer cumplió su segun do día de viaje oficial a Marruecos, dijo al rey Hassan II: "Vengo como el hijo de tu hermano", empleando la expresión de hermano que a menudo usa el monarca alauí para referirse al rey de España. Don Felipe le entregó una carta de saludo de su padre, el rey Juan Carlos. La entrevista entre el Príncipe y el jefe, político y religioso de los marroquíes se celebró a mediodía de ayer en el palacio de Sjirat.

A la una en punto, el rey Hassan II de Marruecos recibía al príncipe español en la sala del trono, situada junto a la piscina del palacio, una piscina en la que el agua huele a jazmín y desde la que se ve el mar a través de ventanales blindados. Tras regalarle don Felipe un bastón con empuñadura de marfil para su colección, comenzó la audiencia oficial. Durante los primeros 30 minutos conversaron los representantes de la delegación española -el séquito del Príncipe y el director general para África, Jorge Dezcallar-, y, por parte, marroquí, el príncipe heredero Sidi Mohamed, su hermano, Mulei Rachid, el primer ministro, Acedine Laraki, y el titular de Exteriores, Abdelaziz Filali. Su conversación giró, básicamente, sobre la necesidad de incrementar la presencia cultural española en Marruecos.Los últimos ocho minutos los consumieron a solas don Felipe y Hassan II. El rey alauí leyó el mensaje, de amistad de don Juan Carlos. El Príncipe lamentó que el encuentro de ayer hubiera tardado tanto en producirse. Hassan II estuvo de acuerdo e insistió tanto en que Felipe de Borbón debía visitar Marruecos más a menudo que le comentó, bromeando, que le iba a dar "un tirón de orejas" a don Juan Carlos por no haber cumplido su promesa de que la visita del heredero de la Corona, iba a ser más larga.

El Príncipe le expresó la preocupación de España por la evolución de la crisis del Golfo.

Don Felipe dedicó la mañana a un recorrido turístico por Rabat. Depositó una gran corona de rosas ante el mausoleo de Mohamed V y observó cómo junto a la tumba del padre de Hassan II y a la de su hermano, Mulay Abdellah, hay siempre un musulmán leyendo el Corán y orando por los difuntos, día y noche.

Aplausos en la calle

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Don Felipe visitó después la calle de los cónsules de la Medina (ciudad vieja) y la convirtió en un lugar insólito: en el estrecho callejón donde los vendedores de alfombras, joyas, artesanía, cuero y especias se desgañitan tratando de atraer a los compradores y donde los vendedores ambulantes tienen que disputar cada metro de suelo, no se oía durante el recorrido del Príncipe ni el vuelo de una mosca. Los comerciantes se asomaban curiosos a las puertas de sus tiendas, y admiraban la gran estatura del Príncipe, hasta que unas damas con velo, apreciando, además de la altura, la buena planta de don Felipe, rompieron a aplaudir. Este gesto relajó el ambiente y los aplausos se sucedieron, mezclados con los característicos gritos que en Marruecos significan alegría.

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