Alquimistas y puritanos
El clásico bolsista, el arquetípico sanguíneo, sediento de información, que aparece caricaturizado como un enjuto hipertenso de ojos enrojecidos, hace un seguimiento de los hechos segundo a segundo. Trata por todos los medios de anticiparse para tener acceso antes que los demás al milagro de la fijación del precio en cada operación, que no es otra cosa que el simple resultado del encuentro entre oferta y demanda en un momento del tiempo. Esta evidencia, parece mucho más clara a los ojos del analista técnico que utiliza la ayuda de la informática. Para este tipo de operador, más parecido por su paciente espera al alquimista medieval que mezclaba minerales para obtener metales preciosos, se trata de confiar la formación del precio de compra o de venta al soporte estadístico. Otra categoría, la del puritano, recoge el conjunto de los que creen ciegamente en el chart (gráfico con la evolución de las cotizaciones) y anticipan su posición del mismo modo que un general analiza la batalla ante el mapa de su estado mayor. En estos tiempos de hecatombe bursátil, los sedientos de información han sido borrados por la contundencia de los desplomes; alquimistas y puritanos aguantan el tipo en sus despachos, pegados a la pantalla de su reuter.