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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tres barcos

La invasión de Kuwait por Irak y la crisis mundial subsiguiente han motivado un importante nivel de información por parte de todos los medios de comunicación. Lo cual no sólo nos permite seguir la marcha de los acontecimientos, sino también enjuiciar sus orígenes y posibles consecuencias con muchos elementos de juicio.Ahora bien, en mi opinión, hay un aspecto fundamental que no está siendo considerado. Una pregunta a la que no se están dando todas las respuestas. Me refiero a aquella que se hacen tantos hombres y mujeres de España al cuestionar qué están haciendo, defendiendo, tres barcos de guerra españoles tan lejos de nuestras fronteras.

Hoy, a finales del siglo XX, las sociedades occidentales -y utilizo el concepto en su más amplio sentido- han establecido un sistema de valores en el que bajo conceptos tradicionales se engloban actitudes y situaciones nuevas. En concreto, el concepto de defensa nacional supone, por supuesto, la defensa de un territorio -el suelo propio-, pero también la de una forma de vida que en nuestro caso implica uña economía de mercado con elementos de corrección social, un sistema productivo en el que el petróleo y sus derivados son básicos y un sistema político democrático y pluripartidista. Articulado, a su vez, en organismos internacionales. Todo esto se está cuestionando en el golfo Pérsico. Algo mucho más complejo que los simples intereses económicos a los que se hace tanta referencia.

En Occidente, los coches lujosos, el despilfarro energético y el dinero fácil no son práctica corriente y extendida. Sí lo es el descenso de la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, los niveles educativos altos, la tolerancia, la desaparición de los castigos corporales, de la tortura, de la pena de muerte como elemento de la justicia. Se trata de una forma de vida deseable universalmente, y a la que no se accede sin lucha, como demuestran los conflictos localizados existentes en todo el mundo.

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En Occidente hay, qué duda cabe, gran hipocresía. Nuestro alto nivel de vida está cimentado, en parte, en el bajo nivel de vida del Tercer Mundo, y existe un cuarto mundo de oprimidos dentro de las ciudades del primero. Y se tolera y apoya a los tiranos si así conviene.

En estos momentos, y a causa de esta crisis, en Occidente puede estarse iniciando un cambio cualitativo de importantes precedentes jurídicos sobre los que será dificil retroceder. La decisión unánime de la ONU condenando la invasión de un país -Kuwait- permite abrigar esperanzas para el futuro. La presencia de tropas de diversos países para hacer respetar el embargo preconizado por un organismo internacional permite pensar que va a ser dificil que algún país occidental se deje llevar por el aventurerismo. Paralelamente, debemos recordar los informes de Amnistía Internacional sobre los cientos de hombres y mujeres aniquilados junto con sus hijos, con frecuencia niños de corta edad, por el delito de pertenecer a grupos o partidos homologables a los que en Occidente están defendiendo caminos de cooperación, de distensión.

Poco a poco se está configurando un nuevo escenario encaminado a que las resoluciones políticas surjan de acuerdos negociados, no de imposiciones determinadas por derrotas bélicas que, con frecuencia, lo único que consiguen es consolidar situaciones de opresión, de subdesarrollo, de hambre.

Este nuevo escenario, apenas esbozado, basado en la,cooperación y en la defensa de sistemas económicos y sociales más justos y solidarios, está también en juego en la crisis del golfo Pérsico.

Secretaria general de la Federación de Mujeres Progresistas.

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