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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Contra el dinero

Esta dama mayor, de apellido que está en la historia reciente en la literatura, la sociedad y la Academia, está contra el dinero Cuidado, no contra el dinero del empresario, creador de riqueza y empleo y de nuevos caminos para el progreso, al que canta -pienso yo que inspirada en su abuelo, don Torcuato, que fue así-, sino contra la ambición desmedida. Como la de uno de sus personajes, que recurre al fraude en los materiales de cons trucción para amasar su fortuna y termina huyendo a Brasil. La contrafigura, el verdadero prota gonista, es el hermano bueno (Vicente Parra), medio poeta y medio pintor, que prefiere la aurea mediocritas. Así le va en la vida: perdió la novia de juventud, que se casó con su hermano rico, y pierde al final la novia jovencita, de la que el sobrino está enamorado. El sobrino: iba a caer en la droga, fue salvado, pero al oír que sus padres se, van a divorciar, cae otra vez de lleno, y hasta asalta la farmacia clásica, lo cual le cuesta la cárcel. El padre fugado; el sobrino, encarcelado; la cuñada (que fue novia), frivoleando por la vida y tratando de reconquistarle... Pero aquí está el redentor, el hombre que prefiere una rosa a un millón -si vende su casa para una urbanización, ganará un millón de pesetas por cada rosa que se arranque: prefiere las rosas- y que arregla los asuntos sobre todo moralmente: el estafador restituye el dinero y purga en la cárcel, y se reúne definitivamente con su mujer; el sobrino, que también ha pagado con la cárcel, se retira con la jovencita, como corresponde a sus edades y a la buena organización social; jovencita que hubiera ido también por el mal camino de no haber sido redimida por el amor al bueno. El cual se queda solo, cultivando su jardín; está ligeramente amargado por el amor perdido, pero lleno del satisfacción por la éticare stituida de lo que debe ser y como debe ser. Y se cumple el cuento moral contra el dinero mal adquirido que ha trastornado a todos -menos a uno-, contra el divorcio que conduce a los hijos a la droga y otros delitos, contra la desigualdad de las parejas. Encantará a los espectadores que lo creen todo así; a condición de que lo entiendan. Y de que no se aburran.

Un millón por una rosa

De María Luisa Luca de Tena.Intérpretes: Vicente Parra, María Luisa Payán, Pílar del Río, Jorge Barreiro, Rafael Castejón (hijo). Escenografía: Consuelo Cardenal. Director: Ramón Ballesteros. Teatro Príncipe Gran Vía, 17 de septiembre.

Saltos

Tiene saltos atrás, los personajes transitan de una situación inmediata a otras más atrasadas -puesto que se están contando entre sí lo sucedido como si no lo supieran todos, pero de alguna manera tiene que enterarse el espectador- y hay numerosas reiteraciones, sin duda para -que se entere bien todo el mundo -según la antigua escuela de teatro-, aun a costa de la reiteración poco soportable. Está escrito con frases, como el de Benavente o el de Casona, a cuya moraleja se, aproxima: un teatro bieripensante. La crítica no es; la autora ama a sus personajes, como son y su providencia les permite este final feliz. La interpretación no es un dechado, ni la materialidad de la puesta en escena, donde luceá y decorado único no ayudan a la comprensión de todo. Como confirmación de que el teatro camina mucho por las dinastías, aparece en escena Rafael Castejón, hijo y nieto de muy buenos actores, y él, con la joven y atractiva Pilar del Río, ponen frescura y buenas promesas en el reparto. La dama estrena por primera vez, después de una larga carrera de estudios, enseñanza, periodismo y acción social: el teatro se aprende mucho con el uso, y aprenderá si acude a ver las reacciones del público, si acude. El del estreno era, lógicamente, amistoso y familiar, y sintió profundamente lo que se decía en escena. A sus aplausos, la autora dedicó unas palabrasa la memoria de su padre (Juan Ignacio Luca de Tena, autor de muchas obras, alguna de las cuales representó este mismo Vicente Parra). Lo que no va a cambiar, naturalmente, es su mentalidad. Son puntos de vista sobre la sociedad muy profundamente anclados. No son, por tanto, criticables, sino respetables.

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