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FLAMENCO

El 'alegro solea' de Enrique Morente

Fue hermoso, fue muy hermoso, en la cuarta Bienal de Arte Flamenco, que se ha celebrado en Sevilla, oír al público que acoger con cerrados olés algunas de las flamenquísimas falsetas (¿qué otro nombre podríamos darles?) del piano de Robledo,, subrayadas, rubricadas, por una orquesta de cuerda perfectamente integrada al espíritu de una obra radicalmente, definitivamente, jonda, en que las palmas y la percusión de Negri marcaban con rigor el compás.

Y la voz de Enrique Morente, un auténtico prodigio de intensidad expresiva, de identificación con las exigencias de una vía de creación musical nueva, que está comenzando a explorarse. Este Alegro soleá para voz flamenca, piano y orquesta de cuerda, de su autoría en colaboración con Antonio Robledo, es un nuevo hito en la historia del flamenco de nuestro tiempo.

VI Bienal de Arte Flamenco

Cante: Enrique Morente. Orquesta de Cámara de Granada, bajo la dirección de Micha Rachelevsky. Piano: Antonio Robledo. Guitarras flamencas: Pepe Habichuela, Montoyita. Percusión: Negri. Sevilla, Reales Alcázares, 15 de septiembre.

La soleá sigue siendo soleá, única y exclusivamente soleá, pero su escritura ha sido ampliada, potenciada, enriquecida hasta niveles insospechados. ¿Soleá sinfónica? pudiera ser. En cualquier caso, Alegro soleá para voz flamenca, piano y orquesta de cuerda es una obra preñada de sugestiones, que está indicando un camino por donde el arte flamenco podrá acceder a nuevos mundos de infinitas posibilidades.

Altura formidable

Todos los intérpretes rayaron a una altura formidable. Palmas, percusión, voz, piano, orquesta, mantuvieron constantemente un diálogo emocionado y emocionante, y el público de los reales Alcázares de Sevilla participó. volcándose en el aplauso fervoroso de gratitud.Como emocionante fue el diálogo de la primera parte entre la voz de Morente y la guitarra inspiradísima de Pepe Habichuela; el eterno diálogo de cante y toque, tan viejo y tan nuevo, simpre irrepetible. Enrique Morente quiso demostrar, quizá, que sigue fiel al cante clásico -aunque le pusiera su acento personal-, o que las raíces de lo jondo son la fuente de donde mana toda su obra.

Este Alegro Soleá es absolutamente memorable.

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