Terrorismo en Cataluña
EL ATENTADO de ayer contra la sede del partido socialista en Barcelona -cuya autoría se atribuye ¡nicialmente a los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO)-, la fiable sospecha de que un comando de ETA está detrás de la explosión en la petroquímica de Tarragona del pasado domingo y el abortado petardo a la nuclear de Ascó -presumible acción por simpatía de Terra Lliure- suponen, en principio, una abominable coincidencia. Sin embargo, pensar en la cristalización de un consorcio terrorista capaz de coordinar sus acciones, se hace por el momento difícil a la vista de las discrepancias de estas corporaciones asesinas, cuyas relaciones son más de competencia que de cooperación.En el caso de la petroquímica, la hipótesis de una autoría de Terra Lliure está prácticamente descartada. Si, como parece, se trata de ETA, ello profundizará las querellas domésticas del independentismo armado, ya que un sector de Terra Lliure considera que las acciones de ETA y los GRAPO en Cataluña son una "injerencia en los asuntos nacionales de Cataluña", según declararon con ocasión de una de las anteriores fechorías de sus competidores. Hace tres años, ETA ya voló las instalaciones de Repsol, cuya cercanía con la capital tarraconense provocó el pánico ciudadano y un fantasmagórico éxodo nocturno de 30.000 ciudadanos huyendo del peligro.
Ese espectáculo debió ser muy del agrado de los terroristas, en cuyo cálculo de rendimiento de sus acciones lo de menos es la opinión social que tales acciones suscitan. En el caso de Cataluña, ese rechazo explícito alcanzó incluso a los sectores más fascinados por los tebeos de hazañas bélicas: tras la matanza de Hipercor y el primer atentado contra la petroquímica, Herri Batasuna perdió 24.000 de los 39.000 votos que había conseguido en esa comunidad en las primeras elecciones al Parlamento Europeo.
Despreciar este explícito rechazo demuestra que para ETA y sus amigos -como los que han anunciado que se presentarán hoy en el Congreso para defender "una política de paz y la soberanía vasca"- sólo la sangre, sea de quien sea, satisface sus ansias de demostrar que existen: mato y destruyo, luego soy. Lo importante es atemorizar, y ya se le buscará luego alguna explicación política.
La acción de los GRAPO en la sede de los socialistas catalanes tiene un registro totalmente distinto. Sin una coartada nacionalista como ETA o Terra Lliure, los GRAPO actúan donde y cuando pueden, siendo estéril tarea cualquier intento de relacionar sus acciones con reivindicación o aspiración alguna . El atentado barcelonés se enmarca en el mismo discurso pistolero que los cometidos en Madrid la semana pasada y no modifica en nada, salvo en lo estadístico, las reflexiones ya realizadas entonces. La sede de un partido es un instrumento de la convivencia democrática, igual que lo es la del Tribunal Constitucional.
Es evidente que prevenirse absolutamente del terronsmo es una tarea difícil, pero, con todo, hay errores clamorosos. El atentado a la petroquímica tarraconense se produjo casi en el mismo lugar que el perpetrado hace tres años, y al impacto del hecho en sí, los terroristas han añadido la broma de mofarse de una reforzada, pero -según ha quedado patenteigualmente vulnerable, vigilancia. Y mientras, los vecinos de Tarragona ven cómo se aplaza por desacuerdos administrativos la aplicación del plan de seguridad de las empresas químicas, en una negligencia tan peligrosa como culpable.
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