La buena saña (o 'Sed de mal')
Quizá todos los males del distrito de Centro madrileño tengan como único culpable el nombre que tradicionalmente recibe el barrio de Malasaña. Es como esos prejuicios de madre que ante su bebé se resiste a llamar Dolores a la niña, pensando: "Mejor, Victoria. Nunca bajará la frente". Para colmo, cuando las autoridades han querido popularizar la verdadera nomenclatura de la zona, mucho más optimista, barrio de Maravillas, los asiduos han torcido el gesto temiendo que aquello se fuera a urbanizar como las puertas del paraíso terrenal, acabando para siempre con la estética angosta y mal iluminada, donde los placeres pueden llegar a ser demasiado prohibidos.Malasaña no se resigna a perder su nocturnidad y sigue abriendo bares, aunque pida a gritos ciertos retoques. En dos calles paralelas, la de la Palma y la de San Vicente Ferrer, se termina el verano con dos locales parcialmente nuevos. El Louie Louie daba en primavera sus primeros pasitos, y descansó con los calores para adecuarse bien a las normas. Es un lugar muy del barrio, donde importa más la música que la decoración, y ésta no disimula un toque intencionadamente descuidado, negro por fuera, negro por dentro y servicios subterráneos imitando los garitos del East Village de Nueva York.
Cristina, una joven estudiante que terminará siendo pintora o actriz, porque es el vivo retrato de Marisol en, su más angelical infancia, diseña con paciencia y muy buen gusto las cartas de combinados, ya que la coctelería será el plato fuerte del local durante todo el invierno. Cerca de allí, el pasado viernes se reciclaba otro bar. El antiguo Roto, en San Vicente Ferrer, se hizo añicos y perdió hasta el nombre. Ahora se llama No Name, y en la fiesta de apertura obsequió con jabugo y vinos del 82.
CAOS
Otra intentona de poner a trabajar para el ocio a varios sentidos a la vez es la exposición del Colectivo CAOS en la Tate Tate Galery, una champañería con sitio para el arte en Augusto Figueroa, número 20. Celebran su homenaje a santa Gema Antonio Villa Toro, Paloma Martín, Diego Romero, Fabio de Miguel, Rufino de Mingo, Gonzalo Torne, Luis Cárdenas y Manolo Campoamor. Devotos de santa Gema "por estar muy ligada al pueblo llano y haber sido tentada tantas veces". Casi como en una iglesia se saborean cavas en unos curiosos reclinatorios para beatos masoquistas, con canicas que destrozan los meniscos, calefacción a la altura de los bajos vientres, clavos donde apoyar las frentes pecadoras... Suficiente ajuar para ir rezando por la conversión de Chueca. Con todo el aire de tebeo, en España nunca podremos presumir de llamarnos tan bonito como los héroes americanos.Si aquí pudiéramos ser Dick Tracy, Little Face, Breathless Mahoney, Pruneface o Mumbles recaudaríamos más que siendo El Carita, Mahoney l'Asfixiá,el Cara Ciruela o Farfulleos. Pero sí nos damos cuenta de lo mucho que vende el hombre maduro para cualquier jovencita que empieza a estar cansada de ídolos adolescentes, algo que no destaca a los cegatos ojos del equivocado negocio musical español. Ójala hubiera un Warren Beatty que pudiera cantar con Los Ronaldos, o un Sean Connery, mucho más atractivo que cuando era joven Bond.
La programación musical de las fiestas de Majadahonda -lo mejor Martes y 13, el viernes día 14- se confunde con la del Parque de Atracciones de Madrid, que a su vez copia o repite los manidos conciertos de Las Ventas, que... deben de gustar, porque se llenan de público. Pongan en una bolsita a Loquillo, Olé Olé, El último de la Fila, Modestia Aparte, Gabinete Caligari o los Cantores de Híspalis... y agiten. No se corta. A la música española le falta el tacto de una buena mayonesa.
Con un cartel así, naturalmente preferimos las arrugas con solera. David Bowie vuelve el miércoles para cantarnos lo que se guardó en su tedioso concierto de 1987 y dice que se retira. Ójala sea tan embustero como Brando. Otro al que con gusto produciríamos un eterno y penúltimo elepé, aunque sin letras de Perales dedicadas a su drama íntimo y familiar.
'AGÜELAS'
Y eso que, por desgracia, todas las penas de hogar no se llevan con tanta gracia como en la increíble casa de los Beverly Ricos, 15 h., TM-3, otro homenaje a la vejez, pero esta vez con mucho y buen humor y sin ningún atractivo sexual, o ¿hasta ahí llega la moda de las agüelas? De latinos siguen vestidos los jueves en la Universal Club de la calle de Fundadores, retomando la actividad docente de un septiembre cualquiera. Mientras, la Universal Sur, de Leganés, va cerrando la sombrilla. Dicen que para finales de año Madrid seguirá perdiendo escenarios, sin que nada ni nadie lo vaya a remediar. Si esta ciudad quiere convertirse en lo que fue hace un siglo, que al menos nos devuelvan la calma limpia, como la que vieron los ojos de papel de Alfonso Sánchez Portela, Alfonso. El fotógrafo académico del barrio de Chamberí que inmortalizó a Madrid y a sí mismo. Otra vez en el Centro Cultural Conde Duque, provocando un escalofrío, porque sus imágenes de ayer se acercan a la fantasía científica.Madrid en el futuro y Orson Welles, en versión original, cine Rosales, haciendo de portavoz de nuestras súplicas: tenemos Sed de mal.
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