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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del lirismo desmelenado al Mensaje político

El Ballet de Minsk, que ya había visitado Madrid en 1985, ofreció en su primera noche un programa variado a base de piezas cortas y extractos del repertorio clásico, junto con otras del director y coreógrafo prinipal de la compañía, Valentin Yelisariev, en la línea renovadora soviética, que mezcla la acrobacia casi circense con el lirismo desmelenado (paso a dos de Espartaco) y el mensaje político (Guernika).A pesar de que se puede apreciar un sabor general a la mejor escuela rusa, como compañía clásica la de Minsk no es en modo alguno ejemplar: la vibra ción continua y la falta de pulimiento técnico del cuerpo de baile -incluso de los solistas, como las del trío de la escena de las Sombras de La Bayadera- des lucen el conjunto. Tampoco tiene la compañía grandes estrellas: sólo Inessa Dushkevitch, que bailó el Espartaco y el Guernika, muestra las facultades y la personalidad que ya habían podido apreciarse durante la anterior visita. Svetlana Romanova -Nikia, en Sombras- tiene una espléndida facha de bailarina pero aparecia encorsetada y por debajo de las exigencias del papel. Los hombres mostraron en general buen salto, siempre más lucidos en los papeles de carácter o de línea moderna menos estricta, aunque Vienamin Sajarov se desenvolvió bien en Sombras.

Ballet Ruso del Gran Teatro de la Ópera de Minsk

Dirección: Valentín Yelisariev. Madrid, Palacio de Deportes. Jueves 6 de septiembre.

El juguete cómico de Petipa Alto de Caballería, estuvo interpretado con gracia pero los mayores aplausos de la noche se los llevó Guernika, alegoría de la destrucción de la ciudad vasca montada por Yelisarev sobre el Bolero de Ravel. El lenguaje coreográfico empleado es sencillo y directo, muy en el estilo de los años sesenta, pero la progresión, en número de bailarines e intensidad y amplitud de movimiento, acompaña bien a la música y aunque le falta envergadura de concepción y desarrollo, el resultado es algo más efectivo que lo que suele hacerse con el tentador y temible Bolero.

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