Las películas de Estados Unidos copan más de la mitad del mercado cinematográfico europeo
En los años ochenta la asistencia al cine en los países comunitarios bajó un 46%
A. FERNÁNDEZ-SANTOS ENVIADO ESPECIAL, Las películas estadounidenses ocupan más de la mitad de la programación en los cines de la Europa comunitaria. Quizá por datos así, la resaca de la reunión, el pasado lunes en Venecia, de ministros de Cultura europeos, y del informe elaborado por el equipo de Carlo Tognoli, ministro italiano del Espectáculo, así como la disparatada inconsecuencia de los dirigentes de la Mostra de inaugurar un acontecimiento como éste, expresamente dedicado a dar fuerza y poder de convocatoria al cine europeo, con una película norteamericana de puro consumo como Dick Tracy, volvieron a acaparar ayer la atención de, los miles de profesionales y periodistas acreditados en el Lido. El escaso fuste de las películas japonesa y soviética en concurso contribuyó a ello.
Cifras alarmantes sobre los bajos índices de, asistencia al cine en la CE circulan aquí de boca en boca. El ya conocido como "informe Tognoli", presentado por el ministro italiano a sus colegas comunitarios, es calificado como una radiografía de la crisis galopante que el cine europeo padece en vísperas de su anunciado lanzamiento como punta de lanza de la Europa Audiovisual en esta última década del siglo. De ese documento se desprende, sin lugar a dudas, que en todos los países comunitarios, con excepción de Francia, la producción fílmica autóctona no alcanza el 20% del volumen del negocio cinematográfico, mientras que los filmes norteamericanos superan con creces el 50% en nuestro propio territorio. La excepción francesa, pese a ser menos alarmante, tampoco alcanza a dar motivos rotundos para el optimismo, ya que se situa en un 33%, que sigue siendo una cifra muy insuficiente dentro de las previsiones para la puesta en marcha de esa Europa Audiovisual propuesta como una de las metas esenciales de la cultura europea en el futuro inmediato.El peor enemigo
Para Tognoli, estamos sobre todo ante una crisis profunda del sistema de exhibición en salas cinematográficas convencionales: "Creo, afirma el ministro italiano, que Europa sufre una insuficiente distribución y exhibición de los filmes que genera. Nuestro peor enemigo se encuentra paradójicamente dentro de nosotros mismos". Los desequilibrios entre producción y rentabilidad son efectivamente muy violentos y el informe Tognoli pone de manifiesto que el talón de Aquiles del cine europeo hay que buscarlo en los índices de asistencia a las salas, que son ya bajísimos en la CE y que, con ligeras fluctuaciones, siguen descendiendo en un proceso de vaciamiento que se ha mantenido a lo largo de toda la pasada década y aún persiste, mientras en otros lugares experimenta un movimiento de recuperación literalmente contrario.
Oriente y Occidente
Por ejemplo, en la India hubo en los años ochenta un descenso del 17% en la asistencia a las salas; en Japón la fuga de espectadores se limitó al 4%; pero en la CE la deserción de espectadores es masiva: el 46%, nada menos, cifra agravada por el 8% de aumento de asistencias al cine en Estados Unidos, que obviamente es el principal competidor de nuestras cinematografías en nuestro propio territorio.
La fuerza explicativa de estas simples cifras es abrumadora y ha hecho sonar la alerta roja en los centros neurálgicos de producción y comercialización del cine comunitario. Más evidencias: en China acuden cada año al cine 20.000 millones de espectadores; en India 4.700 millones; en la URSS 3.920 millones; en Estados Unidos 1.130 millones; y en la CE, con casi 100 millones de habitantes más que los USA, tan sólo 557 millones, es decir, menos de la mitad. Una cifra de escalofrío dentro de estos mareantes volúmenes macroeconómicos.
La alarma ha sonado, de acuerdo con estas cifras, cuando el cine comunitario (es ya imposible desgajar en estos terrenos a la situación de cada país, pues todos están embarcados en un mismo itinerario político) roza una situación bajo mínimos, próxima a la bancarrota. De ahí la necesidad urgente de coordinación entre todos los países de la CE en esta materia, con objeto de crear un verdadero Mercado Común Cinematográfico, que parece ser la consigna que cada ministro asistente a la convocatoria de Tognoli se ha llevado en la cartera a su país.
Las salidas de emergencia de' este embrollo próximo al naufragio existen, están ahí, a la mano, pero para ello hace falta en todos los países una enérgica voluntad política destinada a abrirlas. De esta manera, el cine se ha convertido en un asunto político de alcances históricos, una cuestión vital para la creación de la identidad de la futura Europa.
La unanimidad parece emerger poco a poco. Un equipo de especialistas del (todavía) Partido Comunista Italiano, con el cineasta Ettore Scola a la cabeza, presentó ayer en Venecia un proyecto de Ley del Cine evidentemente obsesionado por la plena consciencia del peligro de catástrofe. La generalización de esta conciencia es considerada el umbral de la indispensable mutación que han de experimentar, si quieren seguir existiendo y significando algo, el sistema nervioso y arterial de la creación cinematográfica europea, signo de identidad cultural básico, hay quien asegura que el primordial, del inminente siglo venidero.
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