Cementerio de vivos
Somos un grupo de internos del centro penitenciario de Ciudad Real. Nos dirigimos a quien corresponda, para poner en su conocimiento las formas y modos de vida del colectivo que puebla esta prisión.Estamos hartos de leer, oír y ver en los medios de comunicación a personas con responsabilidades públicas, con indudables buenas intenciones, hablando de que la cárcel no es un lugar de represión y castigo, sino un instrumento para la educación y la reinserción en la sociedad, como personas responsables, respetuosas de las leyes y convencidas de que el delito no tiene por qué ser una forma de vida, ya que aquí dentro nos han proporcionado medios culturales, morales y hasta materiales para que nuestra reinserción en la sociedad sea completa. Agradecemos las buenas intenciones. La cruda realidad es muy otra.
Aquí, los reos nos pasamos la mayor parte del día tumbados en el patio, cazando moscas para dar de comer a un gorrión (propiedad común de todos los presos), y entre mosca y mosca, alguna partida de parchís; sin olvidar, claro, que, si nos apetece, podemos pasar el día frente al televisor. A la escuela podemos asistir 10 internos dos horas por turno; somos aproximadamente 200 reclusos y»existen dos turnos diarios, lo que quiere decir que a la escuela puede asistir el 10%. de los intemos, a pesar de que la inmensa mayoría quiere asistir. Aquí no existe ningún tipo de taller donde poder trabajar. El patio está inservible, lleno de zanjas y baches. Las duchas no funcionan. Los servicios comunes están inutilizados. Si queremos ducharnos o tener agua en las celdas, debemos ser previsores y llenar cubos y garrafas de agua, tanto para la enfermería como para las celdas, aprovechando el par de horas por la mañana y por la tarde en que sale agua del grifo común que existe en el patio. Estamos hora tras hora tumbados a la sombra pensando en lo que haremos al salir de este cementerio de hombres vivos en el que nos encontramos.
¿Qué sé hacer? Ya saben lo que sé hacer. Y aquí nadie me enseña otra forma de buscarme la vida, ni aunque lo pida a gritos.
Gracias, señores del poder, por sus buenas intenciones. Lamento en el aIma tener que romperles el corazón al decirles la verdad, pero en esta prisión de Ciudad Real sus buenas palabras no rehabilitan a nadie- y ocho firmas más. Prisión Provincial de
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.