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Cada cartagenero recibe una media anual de una tonelada de emulsiones contaminantes

Las industrias petroquímicas situadas en Cartagena (Murcia) emiten anualmente a la atmósfera 106.000 toneladas de productos contaminantes, según datos oficiales. Pese a las inversiones de saneamiento de las fábricas y a las 10 sanciones impuestas por la Agencia del Medio Ambiente de la comunidad autónoma en los últimos 12 meses, por un total superior a los ocho millones de pesetas, la media de humos contaminantes que recibe cada vecino es de una tonelada por año.

La Agencia del Medio Ambiente ha realizado en el primer semestre del presente año 50 visitas inspectoras a las factorías. En el 64% de los casos se detectaron niveles de emisión superiores a los permitidos por la ley, que en la fundición de plomo de Peñarroya se quintuplicaban, en la de Fertilizantes de FESA se multiplican por seis y en la de Abonos del Sureste (Asur) sobrepasaron en 14 veces el tope legal.En los últimos 12 meses la Agencia del Medio Ambiente impuso ocho millones de pesetas en sanciones por 10 actas levantadas. Además hay actualmente otras propuestas de sanción, todavía no firmes. Ante la comisión parlamentaria que estudia la contaminación en Cartagena las empresas han declarado unas inversiones conjuntas superiores a los 7.700 millones de pesetas en reformas de las unidades y procesos productivos para reducir la contaminación. Sin embargo, la centralita de la Policía Local sigue saturándose periódicamente de llamadas de vecinos a determinadas horas del día, cuando la situación atmosférica facilita la concentración de humos.

La mayor parte de las emisiones contaminantes son de dióxido de azufre (87%), aunque entre los vecinos de los barrios más afectados por la contaminación hay temor por los otros componentes que arrojan las chimeneas -partículas de plomo y nieblas ácidas-, que no son medidas con exactitud por las estaciones municipales de control.

A los vecinos no les queda más remedio que seguir cerrando ventanas cuando las gargantas pican o los ojos lloran, y los escolares en periodo lectivo deben olvidarse de salir al recreo en los colegios situados en los barrios más cercanos a las industrias.

La contaminación ha llegado a ser un vecino no deseado pero siempre presente en Cartagena desde que en la década de los sesenta la vieja actividad de fundición minera se completó con la instalación de la mayor refinería de petróleos de España, de Escombreras, fábricas de fertilizantes y abonos, productos químicos o derivados del aceite de soja y una central térmica. El Ayuntamiento, a través del Instituto Municipal de Educación, ha editado un manual sobre la contaminación, que sirve de libro de texto en los colegios.

Manual de contaminación

El director de este gabinete municipal, el biólogo José Luis Gómez Linares, explica que "la demanda es tan grande que no pudimos", dice, "satisfacer todas las inscripciones para que técnicos del instituto pudieran dar las clases teóricas". Con el manual de contaminación el escolar cartagenero asocia la fórmula química de los gases de las chimeneas con la geograffa práctica de los vientos locales que atraen o alejan los humos. Igualmente, aprende una botánica especial, la que le enseña que con óxidos de azufre no crecen líquenes, al tiempo que experimenta la sintomatología directa de que tales óxidos, altamente solubles, se absorben por los conductos húmedos: garganta, ojos y nariz.Las lecciones teóricas no se pueden completar con las prácticas "porque", dice López Linares, "las empresas se niegan a permitir que entren los escolares en las fábricas, alegando una vieja ley sobre peligrosidad para los menores de 18 años". Las empresas dicen que quieren conseguir bajar los niveles de contaminación, aunque en un proceso de información solicitado por una comisión parlamentaria, ninguna de ellas se considera causante de los altos niveles de polución.

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