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¡Que duro es volver!

El fin del veraneo provoca trastornos e impide disfrutar de los últimos días y adaptarse al trabajo

Las vacaciones de verano están a punto de tocar a su fin para un gran número de españoles. Es el momento de aprovechar a tope los últimos días de descanso o diversión. Sin embargo, durante estos últimos días algunas personas se sienten atenazadas por la angustia de la vuelta al trabajo. Cansancio, irritabilidad, dolores de cabeza e insomnio son otros de los síntomas del llamado síndrome del regreso de las vacaciones o síndrome posvacacional, que, según los expertos, se prolonga durante varios días o semanas después de la incorporación al trabajo.

Los psiquiatras afirman que el estrés y la vorágine laboral en la que están inmersos los habitantes de los núcleos urbanos resultan alienantes y frustrantes. Así, el hombre actual necesita vitalmente de las vacaciones e incluso llega a sobrevalorar esta etapa del año, produciéndose en él a veces una fuerte reacción de resistencia e inadaptación ante la reanudación del trabajo y el retorno a la vida cotidiana.Éste es el caso de Pablo Rivas, de 44 años, directivo de una multinacional norteamericana con sede en Madrid. Por su cargo, Pablo se ve obligado a permanecer bastantes días del mes fuera de casa, ya que en esas cuatro semanas debe realizar varios viajes a diferentes países europeos. "Antes lo llevaba mejor", dice, "pero desde que me he casado y tengo una hija, de 15 meses, me resulta muy duro. Durante el mes de julio he podido disfrutar todo el tiempo de mi mujer y la niña y ser feliz con ellas. Sin embargo, los últimos días empecé a sentir una terrible. angustia, porque me obsesionaba la idea de la vuelta al trabajo. Incluso no podía dormir bien por las noches y me volví un poco irritable".Angustia

Según indica Juan José Arechederra, psiquiatra del hospital Ramón y Cajal de Madrid, este síndrome "no suele adquirir caracteres de entidad clínica, es decir, generalmente no requiere la ayuda del médico". "Sin embargo", añade, "produce un gran sufrimiento, con una sintomatología muy variopinta, que casi siempre incluye el componente de la angustia. Puede aparecer también fatiga, irritabilidad, inapetencia, alteraciones del sueño, dolor de cabeza, molestias gastrointestinales y falta de concentración y bajo rendimiento en el trabajo".

Para este especialista, el síndrome suele comenzar unos días antes del fin de las vacaciones y prolongarse hasta dos o tres semanas después del regreso. Si, pasado este tiempo, los síntomas persisten, lo más aconsejable es consultar con el médico, ya que posiblemente encubran un conflicto interno más serio.

Carolina RodrIgo, de 40 años y profesional liberal en una importante empresa española, asegura que ni siquiera cuando se divorció experimentó la angustia que le invadió a partir de los últimos días de vacaciones. "Durante las tres primeras semanas de las vacaciones", cuenta, "me olvidé por completo del trabajo, pero ya en la última, navegando por el Mediterráneo con unos amigos de Barcelona, empezó a horrorizarme la idea de volver a Madrid a trabajar".

Isabel Moreno Oliver, psiquiatra del Centro de Salud Mental de Parla (Madrid), asegura que el síndrome posvacacional "es un trastorno adaptativo que surge motivado por los múltiples factores estresantes a que estamos sometidos durante gran parte del año".Una vuelta "terrible"Beatriz Santibáñez, abogada de 32 años, vive separada temporalmente de su marido por razones de trabajo. Señala que, después de mes y medio de vacaciones juntos, la vuelta ha sido "terrible". "Ya en los últimos días empecé a sentir una angustia tremenda y se me quitaron las ganas de comer. ¡Con las ilusiones que tenía puestas en el viaje a París, y los tres últimos días no pude gozar de muchas de las cosas con las que había soñado!".

La psiquiatra Moreno advierte que este síndrome no es patrimonio exclusivo de yuppies y ejecutivos, puesto que se da "tanto en profesionales con altos cargos de responsabilidad como en amas de casa, camioneros, obreros y dependientes".

" Me ponía mala sólo de pensar en acabar el veraneo", afirma Manuela Esteban, un ama de casa de 50 años y con cuatro hijos. "El descanso de las vacaciones en un hotel, sola con mi marido, sin tener que llevar una casa y estar pendiente de los chicos, me relajó tanto que, cuando empecé a ver cercana la vuelta, me dolía el estómago, dormía mal y me sentia profundamente triste y muy malhumorada", relata.

La 'obligación' de ser felices

"Existe una conciencia colectiva de que en vacaciones tenemos la obligación de ser felices, y si no alcanzamos el grado de felicidad soñada, se produce una sensación de fracaso", dice el psiquiatra del hospital Ramón y Cajal de Madrid Juan José Arechederra.Muchas veces ocurre, según este especialista, que se fracasa por una mala elección en el modelo de vacaciones. "Puede suceder", explica, "que por razones familiares o económicas se deba ir a descansar a un pueblo o a la playa cuando en realidad lo que se necesitaba era viajar y conocer nuevos lugares y caras. O a la inversa, también es frecuente planificar un viaje apretado y agotador cuando lo más indicado sería un descanso en un sitio tranquilo".Mayores contactos

Según Arechederra, durante las vacaciones, el contacto familiar y de pareja se estrecha, y por esta razón se pueden solucionar problemas o, por el contrario, pueden aflorar conflictos que estaban latentes y camufiados por la vida rutinaria. "No son extraños los casos de matrimonios,o parejas con problemas que ponen sus esperanzas en el veraneo. Como en este periodo no suele haber prisas, aumentan la frecuencia en sus relaciones sexuales y puede darse una mayor comunicación. Por el contrario, cuando hay un problema de fondo serio, el veraneo puede sacarlo a la luz y evidenciar la realidad del fracaso", afirma.

Según Arechederra, las vacaciones pueden resultar casi una tortura para quienes, llevando una situación familiar ficticia durante el año, en el veraneo se ven obligados a permanecer pegados a la familia todo el día. "Éste sería el caso", explica, "del hombre que no rompe su matrimonio gracias al trabajo, a estar mucho tiempo fuera de casa y a otras relaciones personales y también sexuales o sentímentales".

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