Moderacion soviética
EN LA crisis provocada por la agresión de Irak contra Kuwait se ha evidenciado el nuevo papel que desempeña en la escena mundial una Unión Soviética debilitada por sus divisiones internas y que ha dejado de ser una de las dos superpotencias. Si algo está claro en la presente coyuntura es el fin del sistema bipolar. Ya no hay campo soviético. Pero además, el poder de Mijail Gorbachov atraviesa en estos momentos una fase particularmente delicada, lo que explica la necesidad en que se encuentra de actuar con suma moderación en el plano exterior.En poco tiempo se ha pasado del poder absoluto y supercentralizado del PCUS a un debilitamiento radical de los poderes del presidente de la URSS y secretario general del partido. Este cambio se debe principalmente a la creación en el curso de este año de nuevos Parlamentos y órganos ejecutivos en las diferentes repúblicas, empezando por la de Rusia, surgidos del voto popular. Un poder emanado de las urnas es algo nuevo en la historia rusa, y ahora se establece en una etapa en que cada república quiere afirmar su autogobierno, su soberanía o independencia.
El momento es tanto más dramático cuanto que no hay una base legal común para resolver las diferencias. No se discute un nuevo reparto de competencias en un texto constitucional. Lo grave es que no hay una ley que se aplique en las relaciones entre el Krerrilin y las repúblicas. El proyecto de nuevo pacto de la unión está en preparación, y quizá se apruebe a fin de año. Mientras tanto se imponen las situaciones de hecho, que el Krerrilin tiene que encajar mal que bien.
Tal vez el caso más significativo sea, por afectar a las Fuerzas Armadas, el surgido en Armenia. Ante la existencia de grupos armados organizados por los nacionalistas armenios, Gorbachov decretó su disolución. Ésta no se llevó a efecto al declarar el Parlamento de esa república que era nula en su territorio. Al final, el Krerrilin llegó a un compromiso con el presidente del Parl amento armenio, en virtud del cual son las autoridades locales quienes deben resolver el problema. Poco después, ese mismo Parlamento ha incluido en su Declaración de Independencia la creación de su propia policía y su derecho de control sobre las Fuerzas Armadas en su territorio. Posiciones más o menos semejantes -o más radicales, como en el Báltico- son adoptadas en otras repúblicas.
Gorbachov necesita buscar fórmulas de compromiso ante esta situación. En el discurso que pronunció en Odessa ante un grupo de oficiales abordó con sorprendente audacia el tema de la reforma militar: dijo que se podía renunciar al servicio militar obligatorio y crear un ejército profesional voluntario. Y, si bien se opuso a la dispersión del ejército por nacionalidades, admitió que se podrían formar unidades "nacional-territori ale s ". La URSS está, pues, en plena reorganización de su sistema militar y con graves diferencias políticas en sus Fuerzas Armada-s.
Por ello, el estallido en estos momentos de una crisis como la del Golfo -que supone un serio peligro de guerra- plantea a la URSS -problemas sumamente graves. Sin embargo, Gorbachov ha sabido adoptar hasta ahora decisiones que han sido una contribución importante a la unidad de la comunidad internacional frente al agresor. Una preocupación fundamental ha sido sobresaliente en la política de la URSS: que todas las decisiones, e incluso las acciones que se lleven a cabo para imponer el embargo, se realicen en el marco de la ONU. Esta actitud, que responde a una orientación general de la nueva diplomacia soviética, expresa también el recelo y los temores suscitados por la tendencia de EE UU a actuar por su cuenta. La URS S no puede en estos momentos aislarse del mundo occidental, pero se esfuerza sobre todo en la búsqueda de soluciones negociadas -por dificiles que parezcan-, y para ello'quiere ganar tiempo. Una política de ese género no puede estar exenta de ambigüedad, pero puede ser saludable para compensar la propensión de otros a aceptar con demasiada facilidad que se imponga la lógica de la guerra.
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