Tiritas
En la confusión de los primeros momentos nadie sabía qué se iba a pescar en el golfo Pérsico y causó asombro general y admiración particular la noticia de que el Gobierno español se proponía mandar allí parte de los restos de la Armada Invencible, no tanto para amedrentar al infiel como para que el Gran Padrino nos viera hacer acto de presencia y vasallaje. Luego se han ido estableciendo oportunas concreciones que dejan la participación española en su justa medida.Ante todo, se ceñirá a lo que dicte la UEO, curiosa entidad defensiva que no reaccionará ante la agresión iraquí hasta el día 20, cuando todo el golfo Pérsico ya se habrá convertido en una gran atracción de navi-choques, si es que los barcos yanquis dejan espacio a otras naves de la competencia aliada, que no es lo mismo que los aliados competentes.
No sólo la Armada Invencible espera lo que diga la UEO, sino que para tranquilizar a un país en pleno veraneo se nos ha asegurado que no dispáraremos ni un tiro, que no nos moveremos de una posición de subretaguardia asistencial, en la posición teórica, como diría Matías Prats, de centrocampista retrasado, muy retrasado. Además, no enviaremos la Legión, ni los Tercios de Flandes, ni siquiera a soldados de reemplazo, sino a aquellos soldados voluntarios deseosos de ver mundo, cansados de una realidad nacional en la que la principal batalla naval de los últimos tiempos ha sido fotografiar a Rosa Conde en biquini en una playa marroquí, que a una ya no la dejan refrescarse en paz ni en su casa ni fuera de su casa.
Sensatas precisiones que me llevan a la conjetura de que nuestra posición de partida hubiera sido mucho más inteligente fletando un barco lleno de tiritas para enviarlo al golfo Pérsico y ponerlas en venta, eso sí, con un 10% de descuento para los aliados, sean de la OTAN, de la UEO, de la ONU, del COI, de la FIFA, de la ONCE o de Fenosa.
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