FESA-Enfersa, un plan de futuro
Desde finales de los años setenta, el sector de fertilizantes europeo entró en una fase de madurez que condujo a una reducción de capacidades y a la concentración de sus empresas. El objetivo está puesto, básicamente, en su entorno más próximo, ya que los mercados de ultramar estaban siendo ocupados por productores locales o países que disponían de primeras materias, con las consiguientes ventajas en costes.El proceso no ha terminado, y, así, la reciente fusión Enichem-Agrimont ha dado origen a nuevos cierres de fábricas y reducciones de plantillas y, hace algunas semanas, la empresa finlandesa Kemira ha adquirido la división de fertilizantes de ICI, anunciando el cierre de su más importante planta en Billingham.
El resultado de todo ello es que de las 50 empresas que existían al comienzo de la década se ha pasado a un mercado en el que siete grandes empresas fabrican más del 90% de la producción europea.
En nuestro país ha tenido lugar un proceso de concentración empresarial similar al ocurrido en el resto de Europa, pasándose de las 10 empresas que existían al comienzo del Plan de Reconversión de Fertilizantes de 1985 a las cuatro actuales, entre las que FESA-Enfersa representa más del 90% de la capacidad de producción.
La concentración empresarial entre Cros y ERT dando lugar a FESA y, después, la incorporación del 80% de Enfersa ha supuesto una significativa mejora para el sector. De esta manera, la división de fertilizantes de Ercros ha adquirido una dimensión internacional que le permitirá, tras la reestructuración necesaria, competir en pie de igualdad con las otras grandes empresas europeas del sector.
El Plan de Reconversión de Fertilizantes contemplaba la existencia de dos grandes empresas en vez de una, como realmente ha sucedido. Esto condujo al error de mantener un aparato industrial sobredimensionado y, por tanto, a invalidar en gran medida el propio plan. La consecuencia fue que la capacidad productiva del sector se mantuvo por encima de las posibilidades reales del mercado, dando lugar a una subactividad de la capacidad instalada con los consiguientes bajos niveles de eficacia y productividad, a pesar de los casi 50.000 millones de pesetas invertidos por las empresas a costa de un gran esfuerzo financiero.
A esta situación, que ha provocado importantes pérdidas a las empresas, se ha llegado también como consecuencia del impacto de la adhesión de España a la CE en un momento en el que todavía no se, habían conseguido los efectos previstos en el Plan de Reconversión. Por ello, no es extraño que las importaciones hayan alcanzado el 35% del mercado español, situación que viene favorecida por la fuerte posición de la peseta.
Acuerdo laboral
A partir de enero de este año, y con una dirección única, FESA y Enfersa canalizan sus respectivos planes, poniéndose de manifiesto los problemas estructurales que, por separado, eran difíciles de abordar. La conclusión es la elaboración de un plan de viabilidad que fue presentado en su día a los sindicatos y a la Administración.
El. plan se basa en un análisis racional y realista de la situación actual, y no en un conjunto de medidas voluntaristas que, aunque más fáciles de aceptar, serían desastrosas para el sector. El plan presentado a los sindicatos y a la Administración prevé reducciones de la capacidad de producción existente que conllevan importantes medidas de ajuste laboral.
Las negociaciones que se vienen desarrollando desde hace varios meses han pasado, primero, por una fase de estancamiento y, posteriormente, por otra de mayor agilidad que ha culminado a finales de julio con la firma por empresas y sindicatos de un acuerdo marco que establece las bases sobre las que desarrollar, en el mes de septiembre, un plan de actuaciones detallado que proporcione soluciones estables.
Este acuerdo marco parte de un objetivo ambicioso, cual es el de dimensionar el sector en función del consumo español, en la idea de exportar cantidades equivalentes a las que se importan. Para valorar esto, conviene señalar que una industria de tal dimensión no existe en casi ningún país europeo.
Ahora bien, este objetivo sólo será posible si toda la capacidad es eficaz y competitiva. Para ello se tomarán las medidas necesarias a fin de que la productividad de la empresa sea equiparable a la de los competidores europeos. Igualmente, se establece un plan de inversiones, debidamente soportado por un plan financiero basado en ampliaciones de capital y desinversiones de activos.
En concreto, si el plan se desarrolla como es de esperar, se deberán reducir los costes de personal sobre ventas en siete puntos y los costes financieros en seis puntos, y se obtendrán ventajas de gestión, por ahorros logísticos y de ordenación comercial, superiores a los cuatro puntos.
Empresas y sindicatos, pensando en el futuro de los trabajadores que se queden y en el de los que tengan que salir, han diseñado un plan de tratamiento de excedentes basado en jubilaciones anticipadas, bajas voluntarias incentivadas y recolocaciones a través de la generación de empleos alternativos. A este fin, la colaboración de las comunidades autónomas afectadas es inestimable como soporte de las posibilidades de promoción industrial que desarrollen los accionistas, Ercros y el INI.
Asimismo, empresas y sindicatos esperan que la Administración desarrolle los instrumentos para que pueda materializarse el contenido del acuerdo. Estamos, ante un empeño arriesgado pero factible, ya que son pocas las empresas y sectores españoles cuyas características les permiten jugar un papel de protagonismo en Europa para afrontar el segundo gran impacto de la entrada en la CE que supondrá la creación del mercado único en 1993.
es consejero delegado de FESA y de Enfersa.
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