El 'culebrón' de los Guerra
Un mes tras otro llevamos los españoles prendidos del caso Guerra: Entre perplejos y atónitos esperamos el final de este llamado culebrón que no decae en interés un solo día. Como los mejores seriales, cada día los hermanos Guerra nos deparan nuevas sor presas y nos dejan expectantes -como en el circo- para el número siguiente todavía más difícil. Por si fuera poco lo del tráfico de influencias, los negocios sucios, el enriquecimiento súbito del hermanísimo, etcétera, todo ello des de el despacho oficial del Gobierno, y que, según su hermano Alfonso, ignoraba por completo tales actividades irregulares, ahora se destapa lo del narcotráfico, que tiene tela marinera. Ricardo Portabales ha declarado que la red de empresas de Juan Guerra fue utilizada desde 1986 para blanquear dinero sucio proceden te del tráfico de cocaína. Por otra parte, un semanario ofrece nuevas pruebas de que los negocios de Juan Guerra sirvieron para financiar al PSOE.No deja de ser paradójico que quien más fustigó y se ensañó públicamente por la conducta incorrecta de los demás, ahora se vea salpicado y enfangado por los chanchullos, tropelías, abusos y corrupciones de sus propios hermanos.
Si le quedase un poco de dignidad y vergüenza al vicepresidente del Gobierno, tiempo ha que habría presentado su dimisión, pues está más que quemado políticamente.
Su persona como segundo de a bordo de una nación -después de haber mentido descaradamente a los españoles- es totalmente impresentable, y frente a Europa es algo bufo y sainetesco que produce hilaridad. Quizá todo esto se explique por aquello de que Spain is different o que "los españoles tenemos lo que nos merecemos".- Miguel Rivilla San Martín.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.