Sentimiento y honradez
Julio Aparicio no realizó en Antequera dos grandes faenas. No se lo permitieron sus enemigos. Su primero tenía poca fuerza. Había que mimarlo. Cuando se le obligaba, se defendía. El sexto embestía con la cara alta; era un toro incómodo. La actuación, por tanto, de Aparicio no fue redonda. Anduvo toda la tarde muy decidido, y le acompañó el sentimiento. Es un valor tan escaso en la torería actual que cuando aflora una tarde se puede perdonar todas las inhibiciones anteriores. El sentimiento del torero trasciende al aficionado, provocándole una singular emotividad. Aparicio imprimió un especial sentimiento en dos series de muletazos. En los naturales, sin embargo, el sevillano se alivió. Las características de su enemigo aconsejaban tan prudente actitud. Después vino todo el toreo de buen gusto.En el sexto, salvo media verónica para el cincel, su quehacer no tuvo limpieza. Debió limitarse a una faena garbosa, ante la negativa del toro a humillar, pero se empeñó en torearlo por abajo, y allí no podía haber lucimiento. De todas formas produce júbilo verlo irse de la cara del toro.
Benítez / Litri, Espartaco Chico, Aparicio
Toros de Benítez Cubero, bien presentados, mansurrones y blandos. Litri: pinchazo, estocada caída (silencio); pinchazo, estocada corta, tres descabellos (ovación).Espartaco Chico: pinchazo, bajonazo (dos orejas); pinchazo, estocada atravesada que asoma (oreja). Aparicio: estocada desprendida (dos orejas); estocada (dos orejas). Espartaco Chico y Aparicio salieron a hombros. Plaza de Toros de Antequera, 10 de agosto. Tercera corrida de Feria. Media entrada.
Espartaco Chico personificó la honradez. Desde las largas cambiadas de rodillas con que recibió a sus dos toros, hasta los muletazos citando de hinojos, desde lejos, en el platillo de la plaza, pusieron de relieve que quiere avanzar en la profesión a base de valor. Pero esas actitudes, que llegan fácilmente al público, no son comparables al valor sereno que demostró en la faena al quinto, más fácil de percibir y de valorar por el aficionado. Su segundo enemigo era un toro reservón, que cuando se empleaba tiraba tornillazos como para amedrentar a el espartero. Allí andubo Francisco José, en la cara, aguantando los tornilazos, y aunque no hubo toreo de calidad sí que estuvo presente la emoción. La faena al segundo careció de brillo.
El Litri anduvo desconfiado toda la tarde. Su primero no tuvo malas intenciones, y lo único que le faltaba era fuerza. El cuarto fue un toraco, bastante quedado, pero que tampoco tuvo especiales dificultades. Litri le dudó en los pases fundamentales, y alborotó el cotarro con las manoletinas y los desplantes en él proverbiales.
Babelia
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