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RELIGIÓN

El fundamentalismo islámico es una secuela del colonialismo, afirma Roger Garaudy

Francesc Valls

El integrismo islámico, como forma de rechazo a la cultura occidental, es una secuela del colonialismo, declaró ayer Roger Garaudy, ex miembro del Partido Comunista Francés, ex cristiano, ahora convertido al islam. A juicio de este filósofo, el constantinismo -alianza entre religión y política- es una enfermedad que afecta también a los países musulmanes.

El Garaudy convertido al islam conserva todavía parte de su herencia izquierdista. Ahora se encuentra en El Escorial, donde hasta el próximo viernes dirigirá un seminario sobre religión y política. "En todos los regímenes existe constantinismo tanto en los que se llaman cristianos como en los que se llaman islámicos; es la utilización de la religión por la política que en el islam ya se da con la dinastía Omeya"."Lefebvre [el arzobispo católico integrista que se separó de Roma] cree que el catolicismo no puede vivir fuera del Concilio de Trento, y esto existe también en los países musulmanes", dijo el filósofo francés, para quien el fundamentalismo islámico, no obstante, ha nacido como una reacción contra el colonialismo. Garaudy criticó la imposición de leyes islámicas -charla- en algunos países. "La charia es lo contrario a lo que enseña el islam; es un clericalismo", destacó. "En el islam no hay intermediarios entre Dios y los creyentes, esto es una desviación del chiismo, una imitación del clericalismo cristiano", dijo. A juicio del filósofo francés, no por eso se debe rechazar el islam: "Es como si un cristiano dijera que no cree en Jesucristo porque ha existido la Inquisición, y hay que recordar que también Franco se reclamaba de Cristo y, desde luego, Jesús no era el responsable de lo que hacía".

De esta manera respondió Garaudy a la pregunta del totalitarismo existente en países de mayoría musulmana, donde se da una estrecha alianza entre la religión y el poder político. Eso, a su juicio, son caricaturas, como también lo es el sistema soviético con respecto al marxismo. En este punto, todavía vive bajo el Garaudy musulmán aquel crítico tenaz de la tecnoburocracia estaliniana. "Con la caída de los regímenes del este no se ha hundido el marxismo sino su caricatura", sentenció.

Maniqueísmo

Garaudy criticó la óptica eurocéntrica y occidentalista para solucionar los problemas del Tercer Mundo. Para él, es un falso dilema la oposición entre el capitalismo a la americana y el socialismo a la soviética, porque hay que ir hacia un diálogo de civilizaciones. "Ése es para mí un problema esencial; hay que potenciar el desarrollo autóctono del Tercer Mundo", agrego el filósofo, para quien "se trata de hacer justo lo contrario de lo que dice el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que han decidido aplicar el modelo de desarrollo occidental a todos los países del mundo", dijo. "Eso es un gran crimen. Hemos de cambiar nuestra política hacia el Tercer Mundo, hay que potenciar su desarrollo autóctono". Garaudy denunció las exportaciones de armas a países subdesarrollados, a las que calificó de "una de las especialidades francesas".

Roger Garaudy se mostró especialmente crítico frente a Estados Unidos. "Vivimos una decadencia total, a la que no habíamos asistido desde la decadencia roinana". La industria cultural norteamericana, especialmente los filmes, constituyen para Garaudy una amenaza más grande para la cultura francesa que el hecho de que las mujeres lleven, chador. A este respecto, y sobre la polémica desatada en Francia sobre el uso del chador, el filósofo francés dijo: "Somos los más ridículos del mundo entero; cuando hay chicas que llevan una pequeña cruz en el cuello, otras la cruz hugonote y otras la estrella de David, nadie dice nada".

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