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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuando la emoción no llega

El problema es la emoción. Si la música o el cante flamencos no están transidos de emoción, pierden casi todo su valor. El Niño de Pura ni siquiera la busca, porque centra su trabajo en la ejecución puramente formal. Mairena la buscó desesperadamente, pero se encontraba en malas condiciones de voz -"la refrigeración del hotel", dijo- y no pudo. Manuela Carrasco quizá la persigue, aunque sin demasiado entusiasmo para lograrla.Lo del Niño de Pura es para reflexionar. Es uno de estos jovenes valores que dominan el instrumento de manera absolutamente impresionante, pero incapaces de transmitir a la audiencia nada que llegue al alma, a los corazones. Se emplea a fondo en los rasgueos, en los picados agudísimos sobre las tiples, en los trallazos de aquí te espero... y poco más. Es un toque artificial y artificioso, efectista a ultranza, sin profundidad, sin jondura, sin pasión. Es, en definitiva, como un brillante orador con un discurso vacío de contenido. El día que el Niño de Pura sea capaz de dotar a su música de un contenido válido, el excelente artesano que es puede transformarse en un músico flamenco de pura línea.

Veranos de la Villa

Guitarra en concierto: Niño de Pura. Cante: Manuel Mairena. Toque: Manolo Franco. Baile: Manuela Carrasco. Madrid, Chopera del Retiro. Días: 3 y 4 de agosto.

Peleón

Manuel Mairena es un gran cantaor, y además un hombre honesto. Quiero decir que cuando no canta como él sabe cantar es porque realmente no puede. Y en esta ocasión no pudo. Peleó con fe, se volcó en la búsqueda de ecos y sonidos de su casa, pero la suerte le fue esquiva en general. Tuvo algunos logros, no obstante, a ráfagas, en el cante a palo seco, por ejemplo, en alguna queja por siguiriyas. Y eso que tuvo al lado a un Manolo Franco inspirado, que hizo cuanto pudo y cuanto supo por arroparle y ayudarle con un toque muy cálido y flamenco,

Tampoco hubo mucha emoción en el recital de baile de Manuela Carrasco. En las soleares, sin embargo, dejó constancia de su gran clase de bailaora, aunque no llegara a la perfección en ella posible. Hizo un baile pausado, con empaque, rompiendo en conIadas ocasiones el ritmo con el frenesí del taconeo. Un baile en el que su juego de brazos y manos, siempre de enorme belleza, tuvo un relieve excepcional. Lo demás, su baile por alegrías y sus pinceladas por bulerías, no pasó de lo discreto. Con Manuela estuvo un grupo muy profesional, capitaneado por Joaquín Amador, quien, como en él es habitual, dio enorme fuerza y eficacia a su guitarra, brillando también el buen cante de Enrique El Extremeño y Morenito de Illora.

Lo que parece fuera de duda es que Manuela Carrasco es hoy una de las bailaoras con más gancho de cara al público. El recinto de la Chopera tuvo el mayor lleno del verano.

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