Pobre poesía

No me culpe usted a mí, culpe a Fernando Fernán-Gómez, que en el suplemento dominical últi-Pasa a la página siguiente

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mo nos invitaba a poner el arco sobre las cuerdas de nuestro violín de Ingres: en este caso, la poesía.

Empezamos:

¿Cómo es posible que en un diario de tal categoría como el que usted dirige no se haga ni una sola crítica a los libros de poesía que nos consta que se les envían?

¿Es que el servicio de Correos arroja nuestros libros a las malolientes cloacas de la Villa en vez de llevarlos hasta las perfumadas mesas de su Redacción?

Hasta no hace mucho, cuando un poeta invitaba a cenar a un crítico literario era seguro que su nombre y el de su libro aparecían al día siguiente en las páginas donde criticaba el crítico en cuestión. Ahora eso es muy difílcil, porque o los críticos no existen o están tan mal pagados por los grandes diarios industriales (los que han industrializado la cultura), que solamente se ven en las páginas literarias de dichos diarios largas referencias a publicaciones de traducciones extranjeras y, naturalmente, el anuncio de la editorial que las publica al pie (suponemos que pagado).

En estas circunstancias, en que ni siquiera dan noticia de los libros recibidos, yo me pregunto:

¿Qué le habrá hecho la poesía al señor Estefanía?.- Eulogio Muñoa.