"No seré el De Gaulle argelino"
ENVIADO ESPECIALBen Bella resucita. En 1965 un golpe de Estado organizado por el clan militar de su propio partido, el Frente de Liberación Nacional (FLN), le arrebató la presidencia, le encarceló brutalmente e impuso en Argelia un régimen de partido único, economía socialista y omnipresencia del Ejército y los servicios de seguridad. Hoy ese régimen, tocado de muerte por la revuelta juvenil de 1988, está en las últimas. Y la estrella de Ben Bella vuelve a brillar. La última palabra la tendrá la juventud argelina, ese 70% de la población de menos de 30 años que no ha visto a Ben Bella ni en fotografía.
En esta calurosa jornada suiza en que recibe a EL PAÍS, una sombra empaña la felicidad del político argelino: la invasión iraquí de Kuwait. Ben Bella lamenta que precisamente Kuwait -"un país de mercaderes que han sabido sacar partido de su petróleo con una juiciosa política de inversiones internacionales; sea la víctima del último delirio belicista de Sadam Husein.
Pregunta. Usted encarna buena parte de las sensibilidades políticas argelinas: el FLN histórico, la oposición democrática en el exilio y, en los últimos años, el islamismo moderado. ¿Qué opina de la comparación de algunos periódicos franceses de su inminente regreso a Argelia con la vuelta de De Gaulle en 1958?
Respuesta. Admiro a De Gaulle, pero no me gustan las comparaciones. Yo no vuelvo como el hombre providencial que va a resolverlo todo. Ningún hombre o partido pueden decir: "Yo soy Argelia". Vuelvo como un ciudadano libre que tiene sus ideas y puede luchar por ellas. Tengo los años suficientes como para no dejarme dominar por el rencor, el deseo de revancha, la megalomanía o la ambición personal.
P. ¿El presidente Chadli Benyedid, la nomenklatura del FLN o el Ejército han puesto condiciones a su retorno?
R. Ninguna. Las habría rechazado. He decidido regresar porque ahora hay una vida democrática en Argelia: la gente habla, se crean múltiples asociaciones, hay una notable libertad de tono en la prensa, la juventud revienta de vitalidad y frustración, es decir, existe una situación en la que puedo expresarme. En octubre de 1988 el pueblo impuso con su sangre esa situación; no ha sido un regalo del régimen.
P. ¿Cuáles son sus propuestas para sacar a Argelia del hoyo?
R. La situación es muy grave. Yo creo que puede y debe encontrarse un programa de acción común a todos los partidos, un amplio consenso nacional para la reconstrucción del país. La consolidación del sistema democrático es irrenunciable. En materia económica hay que recrear nuestra agricultura y ganadería. Los dirigentes de los últimos 25 años encaminaron Argelia hacia los mismos espejismos que el Sha de Irán: chimeneas industriales ahumando ciudades superpobladas. Hay que privatizar la tierra, dársela a la gente que la merece. Y hay que ir al sur. Bajo el Sáhara hay un mar de agua dulce, hay que explotarlo y dárselo a esa juventud que escapa a Francia, a España, a donde puede, que se está convirtiendo en el boat people del Mediterráneo.
P. Eso es toda una revolución.
R. No una revolución en el sentido de tomar las armas, pero sí un cambio de modelo de civilización muy profundo. Con una simple ducha no se puede quitar la mugre a la gente que ha robado durante 20 años. Nuestro país está enfermo de corrupción.
P. ¿Propone usted la sustitución de Chadli Benyedid al frente del Estado?
R. A ese nivel también hace falta un gran cambio.
P. Volvamos al tema de la sobriedad. ¿Cómo puede ser protegida de la tentación consumista una juventud argelina que recibe el bombardeo constante de las televisiones occidentales y su modelo de vida consumista?
R. Los argelinos mismos han encontrado la fórmula y se llama FIS. Yo creo más bien que el FIS es hijo de un orden mundial que pretende imponernos a la fuerza una manera de vivir, de desarrollarnos, de comer, de vestir, de divertirnos, de amar, de pensa. Lo que ustedes llaman integrismo es una reacción a ese intento de anular nuestra diferencia. Yo diría que el FIS es como un niño que atraviesa la varicela. De ahí sus excesos febriles: la prohibición de las clases mixtas o los bañadores en las playas. Pero la varicela no es una enfermedad peligrosa: dura unos cuantos días y no se cura matando al niño.
P. Usted dijo hace unas semanas que el islamismo es una forma de ecología.
R. Sí. La forma que los musulmanes actuales tienen de decir no a la sociedad de consumo destructora de la naturaleza y el ser humano. Le voy a explicar por qué, desde Indonesla a Marruecos, pasando por Palestina, los islamistas conquistan los corazones de los musulmanes. En caso de elecciones municipales, todas las fuerzas políticas dicen: "Cuando estemos en el Ayuntamiento haremos esto y aquello". Los islamistas no dicen a la población lo que harán; dicen: "Vamos a hacerlo ahora mismo". Siempre hacen algo concreto.Ésa es su fuerza.
P. ¿Y sus excesos?
R. Una intolerancia que yo rechazo porque es lo contrario de la esencia del islam. Por ejemplo, el famoso problema de la mujer. Yo no veo ningún problema de la mujer en Argelia. Las mujeres fueron formidables combatientes por la libertad argelina. Las mujeres, el 56% de nuestra población, son las mejores alumnas de las escuelas y las universidades. Hay que contar con ellas.
P. En Europa hay quienes preferirían un golpe militar en Argelia a una victoria del FIS en las legislativas del próximo año.
R. ¡Qué barbaridad! La peor cosa que podría ocurrirle a Argelia sería un golpe de Estado rrillitar. Los argelinos terminarán rechazando a los que propugnen ideas contrarias a su espíritu.
P. ¿De qué manera puede controlarse la natalidad en un país musulmán como Argelia?
R. Sólo hay una manera de hacerlo y es que las gentes coman mejor y sean alfabetizadas. Los que hacen muchos hijos son los que viven en la miseria.
La frontera Norte-Sur
P. Si finalmente un muro entre el Norte próspero y el Sur miserable sustituye al telón de acero, a España le va a tocar el papel de cancerbero de Europa frente al Magreb. ¿Qué le parece esa perspectiva?
R. ¡Qué absurda sería una España que acogiera con los brazos abiertos a los polacos y rechazara a los marroquíes y los argelinos, una España que intentara controlar la inmigración deplegando el Ejército en sus fronteras, como ya hace Italia! No hay policía o Ejército que puedan resolver ese problema. Aunque Europa se diga: "Vamos a vivir bien dentro de nuestro muro y a ignorar el resto del mundo", el resto del mundo no ignorará a Europa. El Sur es un gran arrabal de chabolas que tiene delante un resplandeciente terreno de golf. ¿Qué puede ocurrir? Una invasión del terreno. Para impedirlo sólo hay una fórmula: que ese arrabal viva mejor. Europa debería ayudar a los países del Sur a desarrollarse, siguiendo sus propios caminos. Para ello sería preciso un gran diálogo de culturas, de civilizaciones, en el que España podría desempeñar un papel extraordinario. Sin embargo, me da la impresión de que ustedes están perdiendo su diferencia al integrarse a Europa. Una lástima. España tiene un perfume particular, un perfume maravilloso. Sean buenos europeos, pero guarden ese perfume.
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