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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Farruquerías

Veranos de la VillaBaile: Farruco, La Farruquita, Antonia la Faraona, Pastora Montoya y Antoñito. Cante: El Moreno y Jarillo. Toque: Antonio Rodriguez. Madrid, Chopera del Retiro, 28 de julio.

Vino El Farruco a Madrid, pero casi, casi pasó de incógnito. Una fugaz aparición al principio, en el baile por tangos, y otra en la soleá, y en ninguna de ellas dio la medida de su talla mítica, la que le convirtiera en leyenda viva del baile flamenco.La estrella del espectáculo fue su nieto Antoñito, quien probablemente será un día digno émulo del abuelo, pero que aún está verde para empeños de tal envergadura. El niño es un dibujo, baila ya con el aire de la familia, hace cosas notables, pero es demasiado niño -tiene siete años- para dotar a su baile de una estructura armónica y con sentido. La audiencia quedó hechizada con el chiquillo, pero es obvio que estas criaturas conquistan al respetable en cuanto asoman la cara. Puede ser un espejismo. Hoy por hoy este Farruquito es sólo un proyecto,

La Farruquita, La Farona y Pastora, las tres hijas del patriarca, se limitaron a ser comparsas de lujo. Podían haber hecho más, y haberlo hecho mejor, pero no lo hicieron, salvo la primera, que demostró en solitario su fuerza y su temperamento de cuño netamente farruquiano. El Moreno -yerno de Farruco, marido de La Farruquita y padre del niño cantó con calidad y Jarillo le secundó eficazmente. La guitarra de Rodríguez cumplió.

Y poco más cabe decir de una actuación flamenca hacia la que había justificada expectación y que resultó frustrante en casi todo. Las viejas glorias ofrecen estos riesgos. Aunque siempre nos quede la esperanza de que la próxima vez habrá más suerte.

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