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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Demasiado tiempo

Emir Kusturica, cineasta yugoslavo que triunfó en el festival de Cannes de hace media docena de años con Papá está en viaje de negocios, volvió de nuevo a Cannes hace dos años con El tiempo de los gitanos, película que dividió al público, a la crítica y al jurado, que finalmente llegó a un acuerdo concediéndole el premio a la mejor dirección. Para unos este premio fue excesivo, pero para otros en cambio insuficiente.Ciertamente El tiempo de los gitanos tiene notables méritos en dos importantes apartados que tienen mucho que ver, y de manera directa, con el apartado de la dirección: la interpretación colectiva de un reparto formado casi íntegramente por actores naturales y el ritmo mágico de la secuencia, sobre todo en la primera parte del filme, que es indudablemente la mejor, y para muchos la única buena. Y no es que esta parte final no tenga cosas buenas. Las tiene, pero dispersas en una serie de desenlaces aplazados y de dilaciones que se agolpan, convirtiendo lo que inicialmente era ligero en plomizo.

El tiempo de los gitanos

Dirección: Emir Kusturica. Guión: Godan Mihic y Emir Kusturica. Fotografía: Vilko Filac. Música: Goran Brecoviv. Yugoslavia, 1989. Intérpretes: Davor Dujinovic, Bora Todorovic, Ljubica Adzovic, Husnija Hasimovic. Cine Alphaville.

El filme tiene una primera hora en la que hay acoplamiento entre el tiempo y los sucesos que ese tiempo contiene; y una segunda hora en la que este acoplamiento se pierde en gran parte y los sucesos comienzan a alargarse inútilmente, alargando a su vez el tiempo del relato, que así se llena de huecos y de arritmias no buscadas. Kusturica, evidentemente entusiasmado por la historia que nos está contando, no se ha alejado lo bastante de ella para percatarse de la mala medida en que sus imágenes estaban encerrando la fábula en la zona de desenlace, que después de divertirnos mucho termina haciéndose tediosa e incluso innecesaria.

Es mal asunto marear la perdiz en una película descriptiva como ésta, pues en ella dominan el paisaje suburbano, y en ellos la visión de un hormiguero humano, antes que una aventura singularizada en un protagonista indiscutible. De ahí que El tiempo de los gitanos pierda fuerza a medida que avanza (justamente a medida que la aventura se individualiza un poco) y que al final se vean los sudores de guionistas y director para mantener vertebrado lo que quieren narrar. Grave defecto de escritura y de dirección, que queda en parte compensado con la soltura y brillantez del comienzo.

Lo mejor del filme los ambientes del arrabal gitano -que dan lugar a situaciones muy del gusto de Kusturica y sus aficiones por el realismo mágico- y algunos personajes que entran y salen de la historia a toda velocidad, en ritmos alegres y vivaces, con contagiosa alegría. Y es esta alegría pegadiza lo mejor de una obra en la que lo menos digerible son las resoluciones finales, escritas y filmadas con sacacorcho. No obstante, el filme interesa, pues tiene (ya que no medida) desparpajo: casi mima Kusturica a los intérpretes del filme (algunos tan memorables como la abuela) y logra finalmente vencer, aunque sin convencer del todo.

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