La gran 'desencaixonada'
Los toros de la Feria de San Jaime fueron presentados anoche al público valenciano
Los toros de la Feria de San Jaime, que se lidiarán a partir de mañana en Valencia -24 ejemplares de trapío desigual- fueron presentados anoche al público valenciano en la gran dencaixonada dels bous, que tuvo lugar en el histórico coso de la calle Xátiva. Desencaixonada se pronuncia desencaixoná, y bous, tal como se escribe; no bu, pues sería francés y se trata de palabra valenciana. El bú, tal como suena, es quite que hacían los toreros de principio de siglo, con especial esmero los Gallos, maestros en tauromaquia, principalmente Joselito, el más joven del gallinero y, sin embargo, maestro de maestros y doctor en lo suyo.
Los bous de la feria que saltaron bien pasada la medianoche al ruedo valenciano desde los cajones en que llegaron embarcados, tenían trapío o no lo tenían. Había de todo. La corrida de Sancho Dávila está muy bien, con tres coloraos, dos negros, un salpicao de bella eastampa, que fue ovacionadísimo de salida.
Los toros de Sancho Dávila se dieron leña entre ellos y persiguieron con saña a los cabestros, sin que, finalmente, ocurriera nada irreparable. Llevaban los toros muchas horas en los cajones, habían hecho un largo viaje y saltaron a la arena enfurecidos. Pero más que enfurecidos, rabiosos saltaron los de Galache. Cada uno de los que aparecían en el redondel, le pegaba una paliza a los cabestros, luego se pegaba con el que salía después, así los primeros cinco, y llegó un momento en que aquello era una batalla campal.
Un berrendo en colorao engatilado de pitones, se habría pegado con su padre. Sin embargo, le ocurrió la desgracia de caer, y cuando sus cuatro hermanos le vieron en el suelo, se tiraron encima y le pegaron cornadas hasta en el carné de identidad. El mayoral y los vaqueros, restallaban látigos, pegaban voces y así consiguieron hacerle el quite. El berrendo quedó convertido en harina de almortas y se retiraba bamboleante, cojo y derrotado, al refugio de las tablas. Soltaron al sexto Galache, berrendo en negro, se le arrancó uno de los peleones, chocaron brutalmente de testa, y la resistencia del berrendo hubo de ser mayor, pues el que le atacó volvió grupas y quiso disfrazarse de nieblas confundido entre la cabestrada. Una vez sentada la autoridad indiscutible del berrendo en negro, que se engallaba enseñoreando su trapío, se retiraron al corral.
Los 24 cajones estaban al¡ neados junto a la barrera y dos hombres levantaban, desde arriba, las puertas de guillotina. Antes de la desencaixoná hubo lidia de sendos erales de Sonsoles Aboín, por parte de Javier Buen día y Antonio José Castro, alumnos de la escuela taurina de Valencia. Ambos torearon muy bien. Los erales eran mansos y uno brincó dos veces al callejón otro se llegó a meter detrás de los cajones y no quería salir de allí.
El público, que abarrotaba la plaza, lo celebró muchísimo Luego lo pasó en grande con la desencajonada, con las pelea en el ruedo, con el trapío de los toros. Se acabó de madrugada y la gente se marchaba a casa contentísima, con más afición de la que le llevó a la plaza, pues había vivido una bonita fiesta.
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