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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La bestia humana

Deseos humanos

Dirección: Fritz Lang. Guión: Alfred Hayes, basado en la novela de Émile Zola. Fotografía: Burnett Guffey. Música: Daniele Anfitheatrof. Estados Unidos, 1954. Intérpretes: Glenn Ford, Gloria Grahame, Broderick Crawford. En V. 0.: cine Rosales.

Esta segunda adaptación de La bestia humana, la novela de Émile Zola (la primera es de Jean Renoir), no tuvo éxito hacia la mitad de los años cincuenta. Los críticos tampoco arrimaron el hombro para aupar al filme, que no tardó en eclipsarse. Más tarde, en su estreno en Europa, obtuvo una acogida más atenta, pero tampoco provocó entusiasmos, salvo en revistas especializadas de escasa audiencia.Incluso en los reductos cinéfilos se le regatearon méritos que más tarde otros consideraron virtudes. Por ejemplo, su premeditada simplificación de la trama argumental, que el guionista Hayes -de acuerdo con Lang y siguiendo instrucciones suyas- redujo a un esquema de tiralíneas -a la manera sin curvas del tren que recorre de cabo a rabo la composición del filme y que es cas¡ su protagonista oculto o cuando menos su metáfora esencial- los enrevesamientos argumentales del relato original.

El jugo de este relato, la disoposición de las pasiones que narra, permanecen, pero permancen de manera diferente a la de la novela y a la del filme de Renoir, que está más escorado que éste la letra. Así, uno de los aspectos más discutidos de Deseos humanos fue su identidad propia respecto de la novela. No se tuvo en cuenta el esfuerzo de creación de imágenes ya desde las páginas el guión. Por el contrario, la virtud tener una acusada identidad propia fue tildado de traición. Disparate absoluto, pues deseos humanos es un filme modélico en este aspecto, una adaptación que no es simple traducción, que es recreación de la historia en que se inspira con otro lenguaje y con otro dispositivo arquitectónico, ajeno a la literatura. Pocos filmes menos literarios que éste, pese a estar basado en un monumento literario.

Las imágenes de vias de ferrocarril, ese asombroso juego de planos subjetivos en vertiginoso movimiento hacia adelante, es un instante clave para el entendimiento de la película: la imagen de la fatalidad, encarrilada en un trazado sin salida, que adelanta la composición interior de las situaciones y las pasiones desatadas que componen Deseos humanos. Es Lang en plena posesión de su capacidad para crear tragedias, combinaciones entre brutales movimientos aníminos y espaciales. En cuanto subimos con la cámara a la cabina de la inquietante locomotora intuimos que estamos en uno de esos espacios interiores, o encerronas subterráneas, que Lang emplea habitualmente para expresar los laberintos del alma de sus personajes. Y se presiente el acorde trágico del filme en su totalidad desde el mismísimo comienzo.

El resto es una lección de geometría del espíritu, encerrado en los límites de tres cerebros en los que no cabe, en los que se siente encarcelado: tres portentosos personajes, que trenzan una situación de enorme complejidad resuelta con una simplicidad asustante. Y.ahí llega otra hermosura de esta obra genial: Gloria Grahame, Glenn Ford y Broderick Crawford. Sobre todo la primera, actriz impar que murió hace unos años casi olvidada y de la que dijo Bertrand Tavernier ni más ni menos "que parece creada para el cine negro, a no ser que el cine negro esté creado para ella". ¿Qué decir de su terrible y bellísima creación de la bestia humana que galvaniza a este filme, negro donde los haya?

Babelia

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