Un toro de ensueño
Galache / Camino, Niño de la Taurina, Cámara
Cinco toros de Francisco Galache, desiguales de tipo y juego; 1º y 2º sospechosos de afeitado, 5º y 6º astifinos y cornalones; mansos y descastados. 4º, sobrero de El Sierro, basto, sospechoso de pitones. Rafi Camino: palmas y salida al tercio; ovación y salida al tercio. Niño de la Taurina: palmas y salida al tercio; aviso y oreja. Fernando Cámara: palmas con algunos pitos; silencio. Plaza Monumental, 15 de julio. Primera corrida de la Feria de Barcelona. Cerca de media entrada.
El toro que sueñan los toreros le salió ayer a Rafi Camino en el primer festejo de la recién estrenada Feria de Barcelona. Tuvo que ser el sobrero, de El Sierro. La ganadería de Galache salió ayer acicalada en varios aspectos, a saber: mansa, astifina en algunos casos y sospechosa de afeitado en otros, y toda ella en sí descastada. Por ella no hubieran dado ni un duro, tras el festejo, toreros del escalafón; pero por el torito de El Sierro, los hay que hasta le hubieran comprado un piso en la Villa Olímpica.
No es que este toro fuera lo que se dice una lindeza de la dehesa, pues de aspecto bastote lució defensas sospechosas de afeitado y fue manso en varas. Sin embargo embestía de dulce y repetidor a la muleta.
Ya no estira tanto el brazo Camino como antes, incluso ayer se lo pasó cerquita, con garbo, llevándole hilvanado en los vuelos de la pañosa en pases correctos unos, juntas las zapatillas otros, abriendo el compás los más, cargando la suerte ninguno.
El toro se encontró después con el Camino que aún aleja el brazo como para tocar el Tibidabo y, claro está, ahí la labor se eclipsó. Siguió Rafi Camino en derechazos, naturalmente, y fue jaleado hasta que de súbito cortó la efímera faena desaprovechando así el toro.
Este toro que se fue al desholladero sin tener delante torero de talla dice la leyenda que es de ensueño y en él piensan todos los diestros del escalafón para hacer lo que más les gusta en la actual tauromaquia: torear de muleta.
Carlos Collado Niño de la Taurina, que extrajo con mérito naturales a su primero, banderilleó a su lote a cabeza pasada. Tardó en darle sitio al quinto, pues se pasó la faena ahogándole en naturales hasta llegado el final que, ya percatado del sitio del toro y cual debía ser el suyo, deleitó a la concurrencia con tres pases aristocráticos de bella factura.
No fue la tarde de Fernando Cámara, que, si bien embarcó por verónicas con clase a su primero, trapaceó al pregonao sexto que, malamente lidiado, llegó peligroso a la muleta agraz del torero.
Babelia
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