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Un usuario satisfecho

El hombre tiene 50 años; su mujer, 45. Se casaron muy jóvenes y manifiestan llevarse muy bien. Él es hipertenso y llevaba 17 años medicándose cuando algo empezó a fallar, hasta llegar en pocos meses a la impotencia total. El paciente tuvo una depresión, pero con la complicidad de su mujer -"era un desastre; ella lloraba y yo lo intentaba y lo volvía a intentar, pero ella seguía llorando", recuerda con humor- acudieron a la consulta de andrología de un médico conocido de la familia. "Me hicieron un montón de pruebas, pero cuando me pusieron la inyección de sustancias vasoactivas y no funcionó, me decidí enseguida por la prótesis".A continuación consiguió un préstamo del banco, "que todavía estoy pagando con gusto", dice animado, y se sometió a la implantación de una prótesis de pene, con conocimiento y aprobación de sus hijas y sus yernos. Unos días después, "antes de cumplir las cuatro semanas de abstinencia recomendadas", hicieron la prueba. "Puede ser que los primeros días tuviera más conciencia de que se trataba de una prótesis", dice su vital mujer, que no nota la diferencia entre los orgasmos anteriores y los actuales, aunque manifiesta que ella siempre ha sido un poco "perezosa" a la hora de tomar la iniciativa sexual. Reconoce, sin embargo, que la prótesis ha solucionado un grave problema de la relación. "Un hombre sin eso no se siente un hombre", dice él convencido, y ella lo confirma: "Él estaba insoportable, destruído". "Yo siempre tuve mucho interés por la vida sexual y ahora siento la seguridad de que cuando quiero puedo hacerlo", explica el hombre dos años después de la intervención.

Precios de las prótesis

"Ninguna prótesis es mejor que otra a la hora de conseguir el placer sexual", dice el doctor Roselló Barbará, director del Centro de Urología, Andrología y Sexología de Baleares, pionero de la implantación de esta técnica en España, con más de 100 intervenciones en su haber. "Con todas, tanto la mujer como el hombre pueden conseguir el mismo grado de placer".

"El tacto, la sensibilidad, la eyaculación y el orgasmo son exactamente iguales", añade. Hay en España centros pioneros, como la Fundación Puigvert, de Barcelona, y en algunos hospitales de la Seguridad Social, como el Ramón y Cajal, en Madrid, o La Fe, en Valencia. La Seguridad Social ofrece estos tratamientos en casos muy especiales, dado el alto coste de las prótesis, que pueden variar entre 190.000 y 800.000 pesetas. Una vez colocada una prótesis, la decisión es para toda la vida, Es posible cambiar de prótesis, pero imposible funcionar sin ella: los tejidos se destruyen con la operación quirúrgica.

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