_
_
_
_
Crítica:LOS VERANOS DE LA VILLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Danzas africanas

La teatralización de bailes folclóricos -o danzas étnicas, como tiende a llamárselas ahora siempre produce cierta desazón: no solamente caben toda clase de dudas respecto de la autenticidad del producto mostrado, sino que incluso resulta inevitable preguntarse qué sentido tiene presentar tan fuera de contexto, para consumo inmediato en forma de espectáculo por parte de un público ajeno, sin más referencias ni esfuerzos de acercamiento cultural, lo que sigue siendo actividad esencial en muchas civilizaciones no europeas -la danza-, que en nuestro mundo fue hace muchos años relegada al papel de arte subordinado y ornamental.Las dudas se disipan -al menos en el caso de¡ Ballet Africano de Guinea-, que inauguró el lunes en el Cuartel del Conde Duque el ciclo Los Veranos de la Villa, cuando se comprueba la capacidad de una agrupación como ésta, la de más solera de África, que lleva haciendo giras por Europa desde 1952, de conectar con el público (que respondió entusiásticamente) y, al mismo tiempo, de ofrecer claves importantes sobre su mundo y sobre la centralidad de la danza en la cultura tribal del África Occidental.

Ballet Africano de Guinea

Coreógrafo: Mohamed Kemoko Sano. Director técnico: Hamidov Bangoura. Director artístico: Italo Zambo. Madrid, Centro Cultural del Conde Duque. Lunes, 9 de julio.

Cuando en la segunda parte del espectáculo los bailarines -acompañados siempre por su propia agrupación musical de instrumentos tradicionales- se metieron en la harina de las trepidantes danzas de la región guineana (kargnan, mindiani, soko, dundun, etcétera), electrizaron al personal con los impresionantes juegos y cambios de ritmo, la desarticulación del movimiento y los rasgos de acrobacia.

El espíritu del río

Sin embargo, el espectáculo en su conjunto está quizá excesivamente sometido a las reglas occidentales del ballet tradicional. En la primera parte se escenifica una leyenda mandingue -la leyenda Malisadio-, sobre Malí, el espíritu del río Bafing, al que una mujer encinta se compromete a entregar su hija para que salve al pueblo de la sequía. La segunda se centra en la aventura de un leñador, que un día echa una mano a la tortuga gigante -"el más antiguo y sabio animal del bosque"-, y después despierta las iras de los demás animales, porque tala un árbol centenario. La tortuga, agradecida, le salva del peligro y además, en premio, le regala una campana gigante, "la campana de la civilización mandingue", pero recordándole al tiempo que hay que vivir en armonía con el bosque.La fiesta viene después. Todo está relatado haciendo uso de la pantomima, con momentos felices y que suenan auténticos en el movimiento de los espíritus del bosque -que muestran maravillosas máscaras-, por ejemplo, pero al mismo tiempo con muchas concesiones a la galería de espectadores occidentales y una forma de visualizar y dosificar el baile en que se ve el sello de Moisseyev y sus seguidores, que han estandarizado hasta la trivialización el diseño de cualquier danza tradicional. Aun así, el espectáculo en su conjunto -sobre todo teniendo en cuenta las pocas ocasiones que hay en Madrid de ver danza africana- resulta fascinante y, a pesar de los fallos de organización, que este año han alcanzado nuevas cimas (ni siquiera se repartió programa de mano), un buen arranque de la temporada veraniega.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_