El presidente liberiano, 'protegido' de EE UU, se niega a reconocer su derrota
Las visitas que el embajador norteamericano en Monrovia, Peter Jon de Vos, efectúa dos veces al día a la mansión del presidente liberiano, Samuel Doe, no logran resultados: a pesar de sus recomendaciones, el que fue su protegido no se decide a marchar. Confundido quizá por el consumo de drogas que se le atribuye, equivocadamente confiado en el apoyo norteamericano o rehén de su guardia pretoriana krahn, Doe no admite su evidente derrota ante el Frente Patriótico Nacional (FPN).
Ni la lluvia de metralla que el sábado comenzó a caer sobre su residencia amurallada ni el asedio iniciado por los rebeldes desde el flanco más débil de la mansión presidencial, el mar, logran despertarle. Rompiendo una vez más toda lógica, Doe ha asegurado a sus soldados la victoria sobre la guerrilla y un restablecimiento, esta semana, de la normalidad en la capital liberiana, posteriormente desmentido por los hechos y la continuidad de la actividad bélica.Los morteros de los guerrilleros del FPN, que desde hace seis meses lucha para derrocar a Samuel Doe, han vuelto a callar desde el miércoles en los suburbios del este de Monrovia. Los rebeldes han asegurado que no quieren avanzar más rápidamente para evitar más bajas entre la población civil, aunque de hecho parecen haber optado por una estrategia de ataque contra el centro de la capital liberiana más lenta en resultados pero más selectiva en sus objetivos. Los observadores internacionales en la capital liberiana auguran que los guerrilleros mantendrán estas directrices, que podrían asegurarles la victoria y ahorrar la destrucción de la ciudad.
El sábado, los combates tuvieron como escenario los aledaños de Freeport, el puerto de Monrovia, situado al norte de la ciudad. Soldados heridos en estos enfrentamientos fueron trasladados por sus compañeros al centro de emergencia establecido por Médicos Sin Fronteras, la única organización humanitaria actualmente activa en Monrovia, en el hospital de religiosos españoles de San Juan de Dios. Según sus relatos, miles de guerrilleros intentaron desembarcar el mismo día, a bordo de las embarcaciones pesqueras secuestradas con sus cargamentos la pasada semana y desviadas por los rebeldes al puerto de Buchana, en su poder y situado a 100 kilómetros de Monrovia.
Estos movimientos guerrilleros son de difícil confirmación ante la imposibilidad de tránsito por la ciudad, que durante el día y la noche hierve en un continuo traqueteo de ráfagas de metralleta y disparos en todos sus sectores. Se trata de una constante descarga de pólvora, protagonizada, excepto en Freeport y la mansión donde hostiga la guerrilla, por las tropas gubernamentales, que, abandonadas a su suerte por los jefes, intentan organizarse en pequeños comandos. Su falta de coordinación ha provocado incidentes entre los propios soldados.
Sin embargo, fuentes occidentales en Monrovia pudieron confirmar el ataque a la mansión presidencial realizado desde embarcaciones situadas apenas a siete kilómetros de la costa, controlada por los rebeldes, que han continuado sus operaciones contra la capital liberiana. Prueba de la ambigüedad del presidente Doe y su falta de sinceridad de cara a negociar la paz son las gestiones que realiza para que se mantengan los envíos de cargamentos de armas que, por mediación del Gobierno rumano y con escala en Guinea-Conakry, llegaron con mayor frecuencia la semana pasada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.