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Un cabeza de turco mexicano

El PRI desata una campaña de desprestigio contra el periodista Jorge Castañeda

Antonio Caño

Un escritor y periodista de reconocido prestigio en México, Jorge Castañeda, se ha convertido en el símbolo de los ataques contra los derechos humanos denunciados recientemente en este país y ha perjudicado más la imagen reformista del presidente Carlos Salinas que todas las acciones de la oposición en año y medio. Castañeda, de 37 años, escritor de éxito y colaborador de algunas de las principales publicaciones de EE UU y Europa -entre ellas EL PAÍS-, sufre en las últimas semanas presiones y amenazas dentro de una campaña de desprestigio lanzada contra él por el Gobierno.

"Desde el Gobierno se ha generado un clima de hostigamiento intelectual que es el río revuelto en el que fuerzas desconocidas actúan en el país", afirma Castañeda, que responsabiliza directamente a la oficina de prensa de la Presidencia de la República de haberlo identificado como "enemigo del presidente" y de haber dado así luz verde a cualquiera que quiera hacerle un servicio al presidente".La campaña de difamación contra Castañeda incluyó también a otros dos intelectuales de prestigio en el México: Lorenzo Meyer y Adolfo Aguilar Zínser. Los tres, que habían sostenido posiciones críticas con la política de Salinas y habían denunciado recientes fraudes electorales, fueron citados por medios oficiales como militantes del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), aunque solamente Adolfo Aguilar pertenece en realidad a la organización fundada por Cuauhtémoc Cárdenas.

Esta misma semana también fue amenazado de muerte el periodista Rodolfo Peña, fundador y articulista del diario La Jornada, el más crítico de la política del Gobierno. Estas amenazas se producen, además, en un clima de deterioro de los derechos humanos en México que se reflejó en un último informe de la organización Americas Watch en el que se advierte expresamente que "con mucho, la mayor amenaza para la seguridad nacional en México son las indisciplinadas, corruptas y violentas costumbres de los policías y los cuerpos de seguridad".

El Gobierno informó el pasado lunes de la detención de un ex agente de la policía judicial -el más temido cuerpo de represión del país- como presunto responsable del asesinato en mayo pasado de Norma Alicia Corona, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Sinaloa, aunque la investigación oficial no ha satisfecho totalmente las demandas de los defensores de los derechos humanos.

Descontrol del Estado

Jorge Castañeda denuncia que "existe un problema real de impunidad y descontrol del aparato de seguridad del Estado en México" y afirma que los ataques contra los derechos humanos se han incrementado en el último año bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. "El problema de la policía judicial", dice Castañeda, "es que, por habérsele encomendado la misión de seguir a toda costa una supuesta guerra contra el narcotráfico, dándole recursos, armas y hombres, se ha convertido en un verdadero monstruo en todo este cuadro policiaco y represivo a la vez".Las primeras amenazas contra Castañeda llegaron el 15 de junio pasado. Ese mismo día su secretaria fue interceptada en la calle por cuatro individuos que le transmitieron el mensaje de que si su jefe seguía escribiendo lo que escribía "se lo iba a llevar la chingada". Las amenazas sobre la secretaria se repitieron cuatro días después cuando la mujer salía de la oficina de la Procuraduría de tratar de identificar a los autores de la primera agresión.

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El presidente Salinas se interesó personalmente por Castañeda esos días mediante una llamada telefónica y, posteriormente, envió una carta al diario La Jornada en la que lamentaba los hechos sucedidos y expresaba su "pleno respeto por el trabajo intelectual y periodístico" de Castañeda. El regente de la Ciudad de México, Manuel Camacho, uno de los hombres más próximos al presidente, precisaba también en una carta dirigida al mismo periódico que "los enemigos del Gobierno no son quienes, desde las perspectivas democráticas, mantienen posiciones críticas, sino quienes, desde las visiones autoritarias, pretenden evitar que éstas se expresen".

La imagen de Salinas ha sufrido considerablemente como consecuencia del clima de deterioro de derechos humanos apreciado en México. El caso Castañeda apareció en la primera página de The New York Times y fue tratado ampliamente por los principales medios norteamericanos.

Salinas intentó contraatacar con la creación el pasado 6 de junio de una Comisión Nacional de Derechos Humanos, integrada, entre otros prestigiosos nombres del mundo de la cultura, por los escritores Carlos Fuentes y Héctor Aguilar Camín. Castañeda no cree que Salinas sea responsable de la campaña contra algunos intelectuales, pero sí identifica a los responsables en círculos próximos a la presidencia. Esos círculos, obsesionados, según Castañeda, por "la estigmatización de todo lo que suene a Cuauhtémoc Cárdenas", han señalado como enemigos del presidentes a los que sólo son críticos. "El riesgo de que alguien quiera quedar bien o servir al presidente haciéndole algo a sus enemigos declarados es muy grande", advierte el autor de Límites en la amistad México-Estados Unidos. El caso no está cerrado. Actualmente prosigue la investigación en busca de los autores de las amenazas contra Castañeda, pero su nombre es un detonante de un clima de impunidad que casi nunca ocupa el interés de los Gobiernos tradicionalmente preocupados por la situación de derechos humanos en el mundo.

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