La unidad monetaria en Alemania
La división de Alemania comenzó el 20 de junio de 1948 con la "reforma monetaria" que implantó el "marco alemán" (DM) en las tres zonas occidentales de ocupación. Una decisión de enorme alcance que las potencias occidentales tomaron contra la voluntad de Stalin, que soñaba con una Alemania unida sobre la que poder ejercer su influencia. El disgusto fue tan morrocotudo que contestó con el bloqueo de Berlín Occidental (junio de 1948 a mayo de 1949).Entre 1944 y, 1948 el objetivo prioritario soviético había consistido en mantener la mayor influencia posible sobre una Alemania unida. Exactamente lo contrario de lo que perseguía Francia, interesada en mantener la división para largo y llevar la autonomía de cada zona a sus últimas consecuencias. Los anglo-norteamericanos terminaron por imponer en las tres zonas occidentales la política de contención que contempla el Plan Marshall de ayuda económica a la Europa occidental, objetivo que comporta fundar un Estado alemán sobre el que la Unión Soviética ya no tuviera nada que decir, incluso que sirviera de baluarte para frenar su expansión.
Antes de que la Unión Soviética pudiese continuar minando las bases de la sociedad capitalista con una política de "democratización y de desnazificación de Alemania que implica disolver a las clases dirigentes a las que hacía responsables del nazismo, las potencias occidentales, con el silencio de buena parte de la población alemana, optaron por la ruptura de la nación en dos Estados. Pese a los esfuerzos por salvar la cara, no cabe la menor duda de que Adenauer antepuso a la unidad nacional la integración plena de la Alemania Occidental en el desde entonces llamado "mundo libre". Las ventajas de esta política eran manifiestas: se mantiene un modo de producción en cuya eficacia se confía plenamente; además, en vez de tener que pagar las altas reparaciones que exigían los soviéticos, el Plan Marshall aportaba los fondos necesarios para la reconstrucción. La cuenta por los platos rotos quedaba a cargo de los casi 20 millones de alemanes que permanecían rehenes de la Unión Soviética hasta que se encontrase una solución satisfactoria a la "cuestión alemana".
Desde los años cincuenta, y en base a la falta de legitimidad del Estado alemán oriental, la Alemania federal consigue transmitir una doble leyenda: la primera, para uso de la izquierda, sostiene que la división de Alemam a es consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial, que, tal como se dieron las cosas, no habría permitido otra solución. Hitler sería así el único responsable. La segunda leyenda, apta para la derecha, echa la culpa sin el menor pudor a la Unión Soviética. La verdad histórica es que no sólo hubo alternativas a la división, sino que incluso en un principio los aliados ni siquiera la consideraron factible a medio plazo.
Que la Unión Soviética definiera su política sobre Alemania en base a la unidad fue el factor que a la postre operó más claramente a favor de la división. Las clases dominantes alemanas, que salieron bastante intactas de la guerra, prefirieron la división de Alemania a mantener una unidad sobre la que la Unión Soviética tuviera algo que decir. El objetivo consistió así en la integración plena en el mundo occidental, aunque ello significase poder hacerlo sólo con una parte y abandonar la otra al arbitrio soviético. Vísperas de la unificación, si se compara lo que han dado de sí los dos Estados alemanes, pocos negarán hoy que aquella elección no hubiese sido la correcta.
Cuarenta y dos años más tarde se recupera la unidad perdida con la ampliación del marco alemán (DM) a la antigua zona soviética. En 1948 la decisión fue anglo-norteamericana, contando con el consenso tácito de los alemanes; en 1990, en cambio, la unidad monetaria resulta de la voluntad libre de los Estados -desde la capitulación el 8 de mayo de 1945 es el primer acto soberano de la Alemania unida- con el acuerdo tácto del mundo occidental y sin que la Unión Soviética tampoco tenga nada que decir, pero en esta ocasión ya ni siquiera capacidad de reaccionar.
En 1948, la tasa general de cambio fue de 1 a 10, 10 nuevos DM correspondían a 100 antiguos. Los depósitos en bancos eran tratados mucho más duramente -100 RM no eran sino 6,5 DM-, y los títulos públicos quedaban simplemente anulados. Se castigaba a los ahorradores y se favorecía a los propietarios de bienes raíces y a los acaparadores de bienes de consumo.
La reforma monetaria en 1948 supuso una deflacción, sin que se tomasen medidas para paliar los sacrificios que comportaba; se confió únicamente en los efectos saludables de una moneda fuerte en un mercado libre. Aunque es cuestión muy debatida entre los historiadores económicos, la opinión más difundida es que la reforma monetaria" contribuyó decisivamente a acelerar el crecimiento de la economía, siendo el punto de partida de lo que se conoce como el "milagro alemán".
En la ampliación de la reforma al territorio de la RDA el 1 de julio de 1990 se mantienen precios y salarios en la relación de un marco oriental a uno occidental, cambio que hasta una determinada suma, según edad y circustancias, se ofrece a los ahorradores en depósitos bancarios. Cuando no se cumplan estos requisitos, el cambio será de un marco occidental por dos orientales. Aparentemente las condiciones son mucho más generosas, aunque de hecho pueden resultar mucho más duras, ya que la productividad de la mayoría de las empresas de la RDA no permiten pagar los salarios actuales al cambio de uno a uno. Para comprender el alcance de esta medida, que no sólo va a incidir decisivamente sobre la economía alemana, importa preguntarse por qué se ha llevado con tanta rapidez, y luego recapacitar -lo que ya tiene un carácter más especulativo- sobre los posibles efectos a corto y medio plazo de esta medida.
Llama la atención la rapidez con que se ha tomado la decisión, y aún más la celeridad con que se ha puesto en práctica medida tan compleja, para la que faltan en la RDA las condiciones mínimas más elementales. El 7 de febrero se menciona públicamente la idea, que, antes de conocer costes e implicacio
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