_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El sida en EE UU

DURANTE SUS cinco días de duración, la Conferencia Internacional sobre el Sida celebrada en San Francisco (EE UU) se ha convertido en escenario permanente de denuncia contra la política discriminatoria que practica la Administración norteamericana contra los seropositivos y enfermos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Un año después de la conferencia celebrada en Montreal (Canadá), la de San Francisco constata que el sida, además de un reto a la medicina y a la ciencia, sigue siendo un problema social y sanitarío cuyo tratamiento origina enfrentamientos, incluso en el seno de las sociedades más avanzadas, y divide a los Gobiernos. Que esta situación persista nueve años depués de la identíficación de la enfermedad y siete del descubrimiento del virus responsable muestra hasta qué punto operan los miedos ante la amenaza de su expansión.El caso de EE UU es paradigmático a este respecto. El país que transmitió la enfermedad en las sociedades desarrolladas y concentra el mayor número de enfermos -132.000 de los 273.000 oficialmente censados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque la cifra real parece alcanzar los 600.000- mantiene desde 1987 un férreo control de sus fronteras para evitar todo contagio proveniente del exterior. Desde entonces acá al menos cuatro millones de visitantes se han visto obligados a someterse a la prueba de detección del virus. Quienes dan positivo, o bien son impedidos de entrar en territorio norteamericano o, en todo caso, son obligados a llevar en su pasaporte el sello que les estigmatiza como portadores del virus de la enfermedad. Tiene razón el ministro de Sanidad español, Julián García Vargas, cuando afirma que las medidas de restricción "debían de ser para salir de ese país y no para entrar en él".

No es extraño que la conferencia de San Francisco haya servido de revulsivo de esta situación intolerable y que sus organizadores hayan puesto más interés en denunciarla que en los temas del orden del día. El boicoteo de la conferencia por parte de 35 países, entre ellos los de la Comunidad Europea, en clara actitud de rechazo a la política discriminatoria de EE UU, ha supuesto un duro golpe al nivel científico de las intervenciones y, en consecuencia, a los resultados de la conferencia. Y aunque el presidente Bush ha prometido una ley que ponga fin a la discriminación actual, no ha podido evitar convertirse él mismo en el blanco de la protesta contra una política dirigida más contra los enfermos que contra la enfermedad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_