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Japón rebasa a EE UU en ayudas al desarrollo

La política de internacionalismo que Japón se comprometió a impulsar hace ahora más de tres años presionado por las críticas extranjeras ha dado un resultado concreto: ser el país que concede mayor ayuda oficial al desarrollo (AOD), rebasando por primera vez a EE UU. Pero, a juicio de los analistas, la aportación japonesa sigue siendo pequeña en proporción a la enorme riqueza nacional, regionalmente descompensada y aún bastante interesada.

El Gobierno de Tokio no ha ocuItado el placer que siente por las estadísticas al informar que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Japón ocupó el año pasado por primera vez en su historia el primer lugar, en términos numéricos, de la lista reducida (apenas una treintena) de países que cooperan económicamente en favor del desarrollo de las naciones más deprimidas. La AOD japonesa se cifró en 8.950 millones de dólares en 1989, superior a la de cualquier otro país y mayor por vez primera que la norteamericana. Estados Unidos concedió 7.660 millones de dólares y Francia, que ocupó la tercera plaza, 7.460 millones. [España tiene previsto dedicar este año 616,7 millones de dólares con este fin, es decir, un 0,15% del producto interior bruto (PIB)]. La ayuda japonesa representó en yenes un aumento del 5,6%, pero en dólares un descenso del 1,9% sobre el año anterior, debido a la depreciación sufrida por la divisa japonesa en relación a la norteamericana.Este último aspecto constituye una novedad al examinar más de cerca la dimensión real del fuerte crecimiento que ha experimentado la ayuda japonesa a los países pobres, y sin duda tendrá mayor repercusión en las cifras del presente año, porque el debilitamiento del yen ha sido más acusado. Hasta el año pasado la evolución monetaria había sido inversa. El acuerdo al que llegaron los países más industrializados hace cinco años para estabilizar el dólar y reactivar el yen afectó lógicamente también a la asistencia al mundo en desarrollo. En realidad, muchos analistas afirman que el espectacular aumento de la AOD japonesa habría que explicarlo simplemente como un efecto de las fluctuaciones monetarias, un reflejo de la apreciación del yen sobre el dólar.

Sin embargo, es una realidad que las autoridades japonesas decidieron hace más de tres años asumir la responsabilidad internacional que el poderío económico del país exige y aumentar la ayuda oficial. Fue Yasuhiro Nakasone quien en 1987 formalizó la idea del internacional sino nipón (kokusaika), la política de abrir el país y de desempeñar un papel más activo en el desarrollo mundial. Un año más tarde, su predecesor en la jefatura del Gobierno, Noboru Takeshita, concretó esta política con el anuncio de que Japón desembolsaría 50.000 millones de dólares en los próximos cinco años en ayuda al desarrollo, es decir, el doble de lo que destinó en los cinco anteriores. El Gobierno ha admitido ahora que este objetivo es dudoso que pueda lograrse si persiste la incierta evolución del yen, que se ha depreciado casi un 30%, aproximadamente, sobre el dólar en los últimos 15 meses.

En proporción con la riqueza de su economía, la ayuda japonesa a los países menos favorecidos continúa siendo modesta. Según las estadísticas relativas a 1989, la AOD japonesa representó el 0,32% del producto interior bruto (PIB), igual que el año anterior y por debajo de la media de los principales países de la OCDE, que es del 0,35%. Japón ocupa en relación con el PIB el puesto duodécimo en la lista de AOD, que encabezan los países escandinavos. Noruega y Suecia, primero y segundo de esa lista, dedican el 1,2% y el 1%, de su PIB, respectivamente.

Asia, la preferida

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Al mismo tiempo, Japón ha volcado por razones históricas, geográficas y estratégicas su ayuda exterior en Asia. Dos terceras partes van destinadas a los países asiáticos y, en especial, a Indonesia, China, Filipinas y Tailandia.El Gobierno afirma que las últimas señales reflejan la voluntad japonesa de tener una perspectiva menos provinciana y más internacional. Japón ha contribuido notablemente al Plan Brady de ayuda a los países más endeudados y quiere diversificar más la lista de receptores. Los países de Europa oriental, México y Perú son los que tienen en estos momentos mayores posibilidades.

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