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Una habitación bien decorada

José Aguilera, jefe del grupo de estafas de la policía de Barcelona en 1985 y actual responsable de la policía judicial de esa ciudad, aterrizó en Manises el catorce de noviembre de ese año y rápidamente se dirigió a la Jefatura de Policía de Valencia. Consigo llevaba las transcripciones de distintas llamadas telefónicas de un comunicante anónimo que se había dirigido al funcionario para denunciar una estafa millonaria.Veinticuatro horas más tarde Aguilera se entrevistaba con el magistrado Juan Bautista Cremades, de guardia ese día en Valencia, y le trasladaba la investigación realizada por el grupo de estafas a la empresa SAVE.

Minutos después Aguilera, otros agentes valencianos y el juez entraban en la sede de la empresa. Aguilera y el magistrado estuvieron varias horas buscando, inútilmente, según manifestó el policía durante el juicio, la documentación contable de la empresa y las cintas originales de la recaudación de los distintos aeropuertos.

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De los aparcamientos al banquillo

"Estuvimos varias horas sin descubrir la documentación que nos hacía falta para comprobar las acusaciones de defraudación", aseguró el agente que añadió: "En un momento determinado, uno de los empleados me sugirió que insistiera en la apertura del pomo de un armario. Lo hice y, segundos más tarde, localizamos una habitación disimulada tras el armario". El policía subrayó: "De no ser por este indicio, seguramente no habríamos encontrado las pruebas que buscábamos",

Vicente lborra, presidente del consejo de administración de SAVE, aseguró que el particular sistema de acceso a esta habitación respondía a motivaciones decorativas.

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