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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La Europa carolingia

EXISTE LA vieja teoría de que: la construcción de Europa no tiene más cauce natural que el que gira en torno al núcleo del imperio en Aquisgrán. Y a la hora de la verdad, el primer paso hacia un espacio políticamente franco ha sido dado por Francia, la República Federal de Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. En efecto, el tratado firmado anteayer en la localidad luxemburguesa de Schengen no es otra cosa que el ensayo de establecimiento a escala reducida de un espacio único en el que los ciudadanos de los países firmantes puedan moverse sin trabas: la "libre circulación de personas" que quiere la CE, y que sus ciudadanos consideran símbolo verdadero de unión. Cuando entre en vigor, el 1 de enero de 1992, el Tratado de Schengen apenas se habrá anticipado en un año a los beneficios similares previstos para toda la CE por el Acta única, pero será el símbolo de la voluntad de los europeos de unirse en un solo espacio político. Algunos de los signatarios de Schengen han estado en guerra entre sí en diferentes momentos históricos, pero en la paz se han comprendido instintivamente mejor que con otros aliados más lejanos. Se comprende que hoy sean capaces de anticiparse al futuro.El Tratado de Schengen prevé sencillamente que cualquier nacional o residente de los cinco países signatarios podrá moverse libremen le en los cuatro restantes, aunque no se le permite establecer su residencia en ellos. No fue fácil superarlas dificultades planteadas por las políticas de concesión de visados practicadas en cada Estado miembro como no lo fue resolver las disparidades de las respectivas políticas de asilo o la permeabilidad de las fronteras exteriores al área Schengen. En el fondo, las dificultades eran dos: cómo vigilar el movimiento de extranjeros y asilados manteniendo un alto nivel de información sin lesionar los derechos a la inviolabilidad de la esfera personal y cómo hacer para que extranjeros portadores de terror o de droga e inmigrantes ilegales fueran detenidos antes de acceder a uno de los países signatarios.

La primera cuestión ha sido resuelta con el montaje de una estrecha cooperación policial basada en un sistema informatizado, el Sistema de información Schengen, la esencia de cuyo funcionamiento -apoyado en la colaboración con la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para los Refugiados- es el compromiso solemne y legislado de respetar la inviolabilidad del individuo. En cuanto a la segunda, nadie ha sido aún capaz de garantizar la impermeabilidad de las fronteras exteriores de la CE. Tampoco parece sencillo de conseguir, a menos que se imponga una política de control policial que ha de casar muy mal con la filosofia democrática comunitaria, y que, en todo caso, no resuelve la circulación ilegal de terroristas y droga. Precisamente ésta es la razón de la exclusión de España -pese a sus esfuerzos de buena fe por sumarse al tratado- y.la raíz de algunos de los graves problemas que empieza a tener el Gobierno de Madrid con relación especialmente a Latinoamérica y a la inmigración ilegal procedente de África.

Curiosamente, la perestroika ha retrasado seis meses la firma de Schengen: todo estaba listo a finales de 1989, cuando, 24 horas antes de que se suscribiera el acuerdo, la RFA anunció que la apertura de fronteras con Alemania Oriental le impedía sumarse a él. Bonn no podía garantizar su inmensa frontera con un mundo que quería huir de sí mismo. Medio año más tarde, las cosas no han cambiado sustancialmente, pero cuando llegue el momento de ratificar el tratado habrá una sola Alemania, y su frontera con el Este habrá vuelto a cerrarse.

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