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Vecinos de Colmenar toman simbólicamente un campo de tiro del Ejercito

Los vecinos de Colmenar, apoyados por todas las fuerzas políticas, sociales y culturales del municipio, participaron ayer en la III Marcha en Defensa de la Dehesa de Navalvillar. La marcha se celebra desde hace tres años como protesta y símbolo reivindicativo para que el Ejército de Tierra deje de utilizarla como campo de tiro y ésta sea devuelta al pueblo para su esparcimiento y uso ganadero. La dehesa se encuentra a unos ocho kilómetros del casco urbano. El Ayuntamiento inició negociaciones con el Ejército en 1979 para el cese de las maniobras en la finca.

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Un proceso "difícil y lento"

El alcalde de la localidad, el socialista Armando Jusdado, elaboró un plan para la retirada paulatina del Ejército y el cese gradual del fuego. "Hemos conseguido reducir a 120 días la temporada de práctica militar y continuamos negociando con el Ejército", asegura Jusdado.La División Acorazada Brunete ocupa durante este tiempo la mayor parte de la superficie de la finca, unas 1.100 hectáreas de las 1.900 con las que cuenta la dehesa para la práctica de tiro con armamento pesado, carros de combate y artillería. Ello origina el deterioro de la finca y de los pastos por las pisadas de los tanques. El entorno está considerado de alto valor ecológico y en su interior existen unos yacimientos visigóticos de gran interés. La finca, que es de propiedad municipal, se mantiene alquilada al Ejército desde 1941 por 12.000 pesetas al año.

Ingeniería genética

Según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, en la dehesa existen "143 especies de plantas muy importantes para su aplicación en la ingeniería genética". La Autónoma ha denunciado el deterioro del suelo a causa del tránsito de los carros de combate, ya que sus cadenas provocan "erosiones irreversibles en el suelo".Cuando se abre el período para las prácticas de tiro, a mediados de noviembre de cada año, más de 1.000 reses que pastan en la dehesa comunal deben ser desalojadas para dar paso a las tanquetas. Otras permanecen en su interior, con grave peligro de ser alcanzadas por algún proyectil. De hecho, se han producido varios accidentes en la historia de este campo de tiro, que se encuentra en las laderas del Pico de San Pedro, que es el blanco de los obuses.

Al otro costado de la montaña está Guadalix de la Sierra. Allí los vecinos, cada vez que comienzan las prácticas de tiro, se inquietan y recuerdan la caída de una bomba mientras se rodaba en el pueblo la película de Luis Berlanga Bienvenido, mister Marshall. Además, varios vecinos han sufrido a lo largo de estos años distintos accidentes a causa de la detonación de cabezas de proyectiles que no fueron recogidas por el Ejército después de las prácticas. Siete personas han perdido la vida recogiendo chatarra en el campo de tiro de San Pedro a consecuencia de los restos militares.

Para el responsable del aula ecológica de Colmenar Viejo, Juan Campañ, la marcha a la dehesa "es una fiesta pacífica y reivindicativa del pueblo de Colmenar para que la finca deje de ser utilizada como campo de combate, ya que los terrenos paulatinamente se están erosionando y estamos perdiendo constantemente suelo y pastos". Campañ también denuncia el deterioro que causa el vuelo de los helicópteros militares que tienen la base a la entrada de la dehesa. "Vuelan a baja altura sobre el embalse de Manzanares perjudicando a un retén de aves acústicas muy importantes", añade. Este embalse, conocido como de Santillana, está en el parque regional de la cuenca alta del Manzanares.

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